En los seres humanos, el encéfalo o cerebro es la parte del Sistema Nervioso Central que está ubicada al final de la médula espinal, dentro del cráneo. Es, en definitiva, el órgano gracias al cual podemos realizar las operaciones mentales más complejas y tener consciencia, es decir, sentido del yo. Justamente por eso dentro del encéfalo hay una gran cantidad de estructuras trabajando conjuntamente a una gran velocidad, hecho que hace que el funcionamiento del cerebro sea, aún a día de hoy, un misterio en muchos de sus aspectos.
Una de las partes del cerebro, es la amígdala que es la encargada de poner en marcha es sistema de huida o lucha y generar adrenalina en tu cuerpo para mantenerte fuera de todo peligro existente.
La amígdala cerebral es un conjunto de neuronas que se agrupan en la cara interna del lóbulo temporal de cada uno de los hemisferios. Es una de esas partes del cerebro que se encuentran por duplicado en cada cerebro humano, habiendo una en cada mitad (izquierda y derecha) del encéfalo.
La amígdala posee conexiones con la gran mayoría del encéfalo, siendo un núcleo de especial relevancia que puede afectar al conjunto del sistema nervioso y en la funcionalidad del organismo. Es una de las estructuras cerebrales que tienen más importancia a la hora de relacionar estados emocionales con situaciones que vivimos; es por eso que juega un papel clave en los procesos mentales relacionados con la memoria emocional y los aprendizajes vinculados a ésta, que son los culpables de nuestros miedos.
La amígdala por sí misma, puede ser capaz de extraer información muy rápido respecto a posibles amenazas o estímulos biológicamente relevantes en la escena visual, antes de recibir la información visual más fina procesada en el neocórtex.
En resumidas cuentas, una de las funciones principales de la amígdala y el hecho de que sea pieza clave de la supervivencia es la gestión del miedo. A nivel evolutivo, ésta ha permitido la supervivencia de nuestra especie, dado que es el que permite que podamos reaccionar tras percibir un estímulo potencialmente amenazador para la integridad física, estimulando o inhibiendo la respuesta de lucha o huida.
De hecho, lesiones en la amígdala pueden provocar reacciones extremadamente agresivas y la pérdida del miedo, con todas las repercusiones que la ausencia de este sentimiento puede suponer.
Hay una serie de actitudes primarias de supervivencia en los animales y en los humanos también. Cuando un animal se siente amenazado, su primera reacción es alejarse de la amenaza. Esto le evita dolor, peligro y gasto de energía. Sin embargo hay situaciones en las que el escape no es posible, y es en estos casos cuando el animal se torna agresivo y se activa toda una serie de reacciones en su cuerpo que lo preparan para la pelea.
La agresión provocada por el miedo es característica de animales en peligro que se sienten acorralados y sin posibilidad de escape. Siempre y cuando el animal sienta que tiene oportunidad de vencer aquello que lo amenaza, va a luchar en su contra. Sin embargo, si llega un momento en el que se da cuenta de que no puede vencer, entonces se abandona a la muerte, es decir se “deprime” y deja de luchar.
Hoy en día es imposible que tengas probabilidades de morir, pero esta información esta grabada en nuestro inconsciente, por eso tenemos que calmar a la amígdala proporcionándole experiencias positivas para que no asocie dicha actividad a algo peligroso.