Un deseo es potencialidad pura en busca de su manifestación. El universo se recrea a sí mismo a través de nuestros deseos. Nuestra creatividad es una expresión de su ilimitada capacidad de crear. Y la alegría que sentimos cuando los manifestamos refleja el recuerdo inconsciente de nuestra conexión con su infinitud.
Un deseo es el vehículo que nos conduce a la obtención de un estado del ser. En otras palabras, no deseamos nada en sí mismo, sino que anhelamos la emoción que nos proporcionará.
Sólo hay un deseo, pero con diferentes disfraces. Pregúntate: ¿Qué obtendré cuando lo consiga? Y llegarás a la misma conclusión: "REALIZARME".
La vida es un interminable juego de deseos donde se juega algo mucho más importante: el juego de la transformación. Desear consiste en: transformarnos para atraer el logro, actuar para confirmar la transición interior, agradecer lo conseguido y vuelta a empezar. Cada deseo es el vehículo de una nueva transformación, y la voluntad de jugar un juego más grande en la siguiente ocasión.
Pregúntate en quiénes te has de convertir para lograr tu mayor sueño. No se trata de un cambio de identidad sino de mentalidad.
Vive por aquello que amas, y en ese preciso momento tu vida empezará a transformarse.