jueves, 21 de febrero de 2019

El mundo astral - (guía para realizar el viaje)



Antes de entrar en el tema de los diversos planos del mundo astral, sería bueno considerar algunos de los fenómenos generales clasificados bajo el término “astral”. El hombre encarnado, además de sus sentidos físicos de vista, oído, gusto, olfato y tacto, tiene cinco sentidos astrales (contraparte de los sentidos físicos) que operan en el plano astral, y mediante los cuales puede recibir impresiones sensoriales sin ayuda de los órganos de los sentidos físicos. Posee también un “sexto sentido”, cuyo órgano físico (el órgano del “sentido telepático”) también tiene su correspondiente sentido astral.

Estos sentidos astrales funcionan en el plano astral más bajo — contiguo al plano físico — y los fenómenos de clarividencia son producidos por el uso de estos sentidos astrales, hay formas superiores de clarividencia, que operan en planos mucho más altos que los usados en la clarividencia ordinaria, pero tales poderes son muy raros, y los poseen sólo aquellos de altos logros por lo cual apenas necesitamos mencionarlos aquí. En este plano astral inferior, el clarividente ve, el clariaudiente oye, y el psicómetra percibe; por este plano se moviliza el cuerpo astral, y se manifiestan los “fantasmas”. Para comunicarse con el plano físico, las almas desencarnadas que habitan en los planos superiores del mundo astral, deben descender a este plano más bajo y vestirse con materia astral tosca para poder lograr su objetivo.

En este plano se desplazan los “cuerpos astrales” de aquellos encarnados que han adquirido el arte de proyectarse en el astral. Es posible para una persona proyectar su cuerpo astral, o viajar en su cuerpo astral, a cualquier punto dentro de los límites de la atracción terrestre y, en condiciones apropiadas, la persona entrenada puede hacerlo a voluntad. Otros pueden hacer esos viajes de vez en cuando (sin saber exactamente cómo los hacen, y teniendo después el recuerdo de un sueño particular y muy vívido); de hecho, muchos de nosotros hacemos esos viajes, cuando el cuerpo físico está entregado al sueño y, a menudo se consigue mucha información de esta manera, en asuntos en los que uno está interesado, manteniendo comunicación astral con otros interesados en el mismo tema, todo inconscientemente, por supuesto. Esta forma de adquisición consciente de conocimientos, sólo es posible a aquellos que han progresado verdaderamente en el camino de los logros.

El cuerpo astral siempre está conectado con el cuerpo físico (durante la vida de este último) por un delgado hilo astral como de seda, que mantiene la comunicación entre ambos. Si este cordón fuera retirado, el cuerpo físico moriría pues terminaría la conexión del alma con él.

En este plano astral más bajo pueden percibirse también los colores del aura de los hombres. Igualmente es en este plano donde las emanaciones del pensamiento pueden ser percibidas por la visión clarividente, o por el astral de alguien que visite ese plano en su cuerpo astral. Continuamente la mente está despidiendo emanaciones que durante un tiempo permanecen desplegadas hasta cierta distancia de la persona, y que luego, si tienen la fuerza suficiente, siguen su curso gradualmente, dirigidas aquí y allá por los pensamientos análogos de otros. Estas emanaciones de pensamiento se parecen a las nubes, algunas son delicadas y bellas, mientras que otras son oscuras y lóbregas. Para la visión psíquica o astral, los lugares parecen estar llenos de este material pensado, que varía en carácter y apariencia según la calidad y naturaleza del pensamiento original que los produjo. Algunos lugares lucen como llenos de pensamientos atractivos y luminosos, mostrando que el carácter general del pensamiento de los que lo habitan es diáfano y alegre, mientras que otros lugares están llenos con una masa o nube confusa y lóbrega de pensamientos, manifestando que los que viven allí (o algunos visitantes) han estado morando en los planos más bajos de pensamiento, y han llenado el lugar con recuerdos deprimentes de su estancia allí. Tales habitaciones deben abrirse ampliamente al sol y al aire, y el que se mude a ellas debe hacer el esfuerzo por llenarlo de pensamientos luminosos, alegres y felices que expulsarán los pensamientos de menor calidad. Una orden mental como: “Te ordeno que salgas de este lugar”, hará que uno emita fuertes vibraciones de pensamiento que, o disuelven el pensamiento inaceptable o lo hacen ser rechazado y alejado de la inmediata vecindad de la persona que da la orden.

Si la gente pudiera ver, aunque sólo fuera por unos minutos la atmósfera de pensamiento de bares, casas de juego, y lugares de ese tipo, se cuidaría de volver a visitarlos. No sólo está la atmósfera completamente saturada de pensamientos degradantes, sino de la baja ralea de las almas desencarnadas que se reúnen alrededor en gran número por una condición de afinidad, esforzándose por romper los estrechos límites que las separan del plano físico en tales lugares.

Guía para realizar el viaje:
Entras en el silencio, y de pronto te das cuenta de que has abandonado tu cuerpo y ahora ocupas sólo tu cuerpo astral. Estás de pie al lado de tu cuerpo físico y lo ves dormido en la cama, pero te das cuenta de que estás conectado a él por medio de un brillante hilo plateado, algo parecido a un trozo grande de telaraña luminosa. Estás consciente de la presencia del guía que te conducirá en tu viaje. Él también ha dejado su cuerpo físico, y está en su forma astral, que te recuerda algo vaporoso, es la forma de un cuerpo humano, pero a través del cual se puede ver, y que puede moverse a voluntad a través de objetos sólidos. El guía toma tu mano en la suya y dice: “Ven”, y un momento después has salido de tu habitación y te encuentras sobre la ciudad donde vives, flotando como una nube de verano. Empiezas a temer que puedes caerte, y tan pronto ese pensamiento entra en tu mente, te das cuenta de que te estás hundiendo. Pero tu guía coloca una mano debajo de ti y te sostiene, mientras dice:
    Ahora comprende que no puedes hundirte a menos que tengas miedo de hacerlo, mantén el pensamiento de que flotas y lo harás. Lo haces y quedas encantado al advertir que puedes flotar a voluntad, moviéndote aquí y allí de acuerdo a tu deseo o antojo.

Ves enormes volúmenes de nubes de pensamiento que se levantan de la ciudad como grandes nubes de humo, desplazándose y estableciéndose aquí y allá. También ves, en ciertas zonas, algunas vaporosas nubes de pensamiento más finas que parecen tener la propiedad de dispersar las nubes oscuras cuando entran en contacto con ellas. Aquí y allá ves delgadas líneas brillantes de luz, como chispas eléctricas desplazándose rápidamente a través del espacio, y tu guía dice que son mensajes telepáticos que pasan de una persona a otra, y que son luminosos a causa del prana con que el pensamiento está cargado. A medida que desciendes a tierra, ves que cada persona está rodeada por un cuerpo ovoide de color, su aura, en el cual se refleja su pensamiento y estado mental predominantes, siendo representado el carácter del pensamiento por colores variables. Algunos están rodeados por auras hermosas, mientras que otros tienen a su alrededor un aura negra, humeante, en la que se ven llamaradas de luz roja. Algunas de estas auras te causan dolor al verlas, pues evidencian pensamientos tan bajos, groseros y animales, que te producen dolor, pues ahora que estás fuera de tu cuerpo físico te has vuelto más sensible. Pero no tienes mucho tiempo para permanecer allí, porque tu viaje es muy corto, y el guía te ordena que sigas.

No pareces haber cambiado de lugar en el espacio, y sin embargo todo luce diferente, es como si se levantara una cortina de gasa en la pantomima.
Ya no ves el mundo físico con sus fenómenos astrales, pero te parece estar en un nuevo mundo, una tierra de formas extrañas. Ves “cascarones”  astrales flotando,  cuerpos astrales descartados por aquellos que los abandonaron al morir. No son agradables de ver y te apresuras con tu guía pero, antes de abandonar esta segunda antesala al verdadero mundo astral, tu guía te hace relajar tu dependencia mental de tu cuerpo astral y, para tu gran sorpresa, te encuentras deslizándote fuera de él, dejándolo en el mundo de los cascarones, aunque todavía estás conectado a él por un cordón, o hilo, como de seda, que a su vez se conecta con tu cuerpo físico que, para este momento, ya casi has olvidado, pero al cual permaneces unido por estos lazos casi invisibles. Sigues adelante vestido con un nuevo cuerpo, o más bien, con un traje interno de materia etérea, pues parece como si sólo te hubieras despojado de una capa, y luego de otra, el TÚ, la parte de ti mismo permanece inalterada, ahora sonríes al recordar que alguna vez creíste que el cuerpo eras “tú”. El plano de los “cascarones” astrales se desvanece, y pareces haber entrado en una gran sala de formas durmientes, que yacen en paz y reposo, siendo las únicas formas que se mueven, aquellas de las esferas superiores que han descendido a este plano para realizar tareas por el bien de sus hermanos más humildes. De vez en cuando algún durmiente muestra señales de despertar, enseguida algunos de estos bienhechores se apretujan a su alrededor, y parecen desvanecerse junto con él en algún otro plano. Pero, lo más maravilloso de esta región, parece ser que, cuando el durmiente despierta lentamente, su cuerpo astral se desliza fuera de él, tal como lo hizo el tuyo un poco antes, y sale de ese plano al lugar de los “cascarones”, donde se va desintegrando paulatinamente hasta descomponerse en sus elementos originales. Este cascarón desechado no se conecta con el cuerpo físico del alma durmiente, que ha sido enterrado o incinerado, pues está “muerto”; ni tampoco con el alma que se ha ido, pues ésta finalmente lo ha descartado y desechado. Es diferente en tu caso, porque tú apenas lo has dejado en la antesala y volverás dentro de poco a reanudar su uso.

La escena cambia de nuevo y te encuentras en las regiones de las almas despiertas, entre las cuales vagabundeas con tu guía. Te das cuenta de que las almas que van despertando parecen dejar caer rápidamente al pasar, una capa tras otra de sus cuerpos mentales (pues así se llama a estas formas superiores de cubiertas etéreas), y notas que, a medida que te acercas a los planos superiores tu sustancia se vuelve cada vez más etérea, y que cuando regresas a los planos más bajos se torna más tosca y grosera, aunque siempre mucho más etérea incluso que el cuerpo astral, e infinitamente más fina que el cuerpo físico material. Adviertes también que cada alma que despierta va a despertar finalmente en su plano particular. El guía te dice que el plano particular es determinado por el progreso espiritual y el logro alcanzado por el alma en sus vidas pasadas (pues ha tenido muchas visitas terrenales o vidas), y que es prácticamente imposible para una alma ir más allá del plano al cual pertenece, aunque los que están en planos superiores pueden volver libremente a visitar los planos más bajos esto, que es la regla del mundo astral, no es una ley arbitraria, sino una ley de la Naturaleza.

En el mundo astral, el alma con mayor cantidad de materialidad, y naturaleza más tosca, es detenida por el cedazo de un cierto plano y no puede pasar a los superiores, mientras que uno que ha pasado a los planos superiores, habiéndose deshecho de las envolturas más restrictivas, puede pasar fácilmente hacia atrás y hacia adelante entre los planos más bajos. De hecho, las almas lo hacen con frecuencia, con el propósito de visitar amigos en los planos más bajos, proporcionándoles de esta manera goce y consuelo y, en los casos de un alma altamente desarrollada, se puede brindar mucha ayuda espiritual en esta forma, mediante consejo e instrucción, cuando el alma en el plano más bajo está lista para ello. De hecho, todos los planos tienen protectores espirituales de los planos mucho más elevados, prefiriendo algunas almas sacrificadas dedicar su tiempo al mundo astral en vez de tomarse un bien ganado descanso, o proseguir ciertos estudios para su propio desarrollo. El guía te explica estas cosas a medida que recorres la combinación de planos más bajos (la razón por la cual no vas más arriba se te explicará después), y también te informa que la única excepción a la regla del libre paso a los planos por debajo del plano de un alma, es la que impide a las almas de los planos inferiores entrar al “plano de los durmientes”, al cual no pueden entrar las almas que han despertado en un plano bajo, pero sí pueden entrar libremente las almas puras y sublimes que han alcanzado un plano elevado. El plano de la cámara de letargo está dedicado a aquellos que la ocupan, y a esas almas superiores recién aludidas, y de hecho, está en la índole de un estado distinto y aparte, en vez de ser uno de las mencionadas series de planos.

El alma despierta exactamente en el plano que le corresponde, justo en el sub-plano de ese plano que sus deseos y gustos más elevados seleccionan naturalmente. Se rodea de mentes afines, y puede proseguir aquello que su corazón anheló durante la vida terrena. Durante esta vida del mundo astral puede hacer considerables progresos y así, cuando renazca, puede dar un   gran paso adelante, comparado con su última encarnación. Hay   innumerables planos y sub-planos, y cada uno encuentra una oportunidad para desarrollar y disfrutar al máximo de las cosas más altas de que es capaz en ese particular período de desarrollo y, como hemos dicho, puede perfeccionarse y desarrollarse para nacer en condiciones y circunstancias mucho más favorables en la próxima vida terrena. Pero ¡ay! incluso en este mundo superior, no todos viven de la mejor manera y, en lugar de aprovechar sus oportunidades y crecer espiritualmente, dejan que su naturaleza más material los arrastre hacia abajo y gastan mucho de su tiempo en los planos más bajos, no para ayudar y asistir, sino para vivir la vida menos espiritual de los forasteros de los planos inferiores, los más materiales. En tales casos el alma no consigue los beneficios de la estancia en el mundo astral y regresa en casi la misma condición que en la última vida terrena, es enviada de vuelta a aprender de nuevo su lección.

Los planos mucho más bajos del mundo astral están llenos de almas de un tipo grosero, subdesarrolladas y como animales, que viven tan cerca como pueden de las vidas que llevaron en la Tierra (siendo su única posibilidad de ganar el que “consuman” sus gustos ordinarios y, hartos y cansados de todos ellos, desarrollen un anhelo por cosas superiores que se manifestará en una “mejor oportunidad” cuando renazcan). Por supuesto que estas almas subdesarrolladas no pueden visitar los planos superiores y, siendo los únicos planos que están por debajo de ellos, el de los cascarones y el subplano astral inmediatamente superior al plano material (que es una de las llamadas antesalas del mundo astral), con frecuencia se vuelven a reunir tan cerca de la Tierra como sea posible. Y se aproximan tanto que pueden tomar conciencia de mucho de lo que está sucediendo allí, especialmente cuando las condiciones son tales que están en armonía con sus propias naturalezas. Puede decirse que ellos prácticamente son capaces de vivir en el plano material inferior, sólo que están separados de él por un delgado velo atormentador que les impide participar activamente excepto en raras ocasiones. Ellos pueden ver, pero no unirse a la vida terrestre. Rondan por los escenarios de sus antiguas vidas degradantes, y con frecuencia se apoderan del cerebro de alguno de su propia calaña que puede que esté bajo la influencia del licor, sumándose así a sus propios bajos deseos. Este es un tema desagradable y no nos interesa profundizar en él, afortunadamente no involucra a aquellos que leen estas lecciones, pues éstos ya han superado esta fase del desarrollo. Tales almas bajas son tan atraídas por la vida terrestre, en sus planos más bajos, que sus vehementes deseos les hacen reencarnar rápidamente en condiciones similares, aunque siempre hay por lo menos una ligera mejoría, nunca hay retroceso. Un alma puede hacer varios intentos por avanzar, a pesar de las tendencias retrógradas de su naturaleza inferior, pero nunca se desliza tanto hacia atrás como hasta el lugar donde empezó.

Al sentir menos atracción por la vida terrestre, y teniendo tan excelentes oportunidades para avanzar, las almas de los planos superiores, pasan naturalmente más tiempo en el mundo astral, siendo la regla general que cuanto más alto sea el plano, más largo el descanso y la estancia. Pero, más tarde o más temprano, la lección es totalmente aprendida, y el alma ansía ese avance que sólo puede venir de la experiencia y actividad de otra vida terrestre y, por la fuerza de sus deseos (recuerde, nunca es contra su voluntad) el alma gradualmente es atrapada en la corriente del renacimiento y, soñolienta, es ayudada hasta el plano de la sala del letargo; cae entonces en un sopor del alma, gradualmente “muere” al mundo astral y renace en una nueva vida terrestre de acuerdo a sus deseos y gustos, y para la cual está adaptada en esa fase particular de su desarrollo. No despierta plenamente con el nacimiento físico, pero existe en un estado de arrobamiento de gradual despertar durante los años de la niñez temprana, evidenciándose su despertar por el progresivo alborear de la inteligencia en el niño, cuyo cerebro anda al paso con las demandas que se le hacen.

Todas estas cosas te las ha mostrado tu guía, y te ha dado ejemplos de todas las cosas que acabamos de mencionar. Te has encontrado, y has hablado, con amigos y seres queridos que se han separado del cuerpo y ocupan algunos de los planos a través de los cuales pasaste. Notaste con asombro que estas almas actuaban y hablaban como si su vida fuera la única natural, y de hecho, parecían pensar que habías venido a ellos de algún mundo exterior. También notaste que, mientras que los que estaban en cada plano conocían más o menos bien los planos por debajo ellos, con frecuencia parecían en total ignorancia respecto a los que estaban por encima, excepto en el caso de aquellos en los planos superiores, que habían despertado a una comprensión consciente de lo que todo ello significaba, y sabían que estaban apenas en una clase tratando de ascender. Los de los planos más bajos parecían más o menos inconscientes del verdadero significado de su existencia, por no haber despertado a la fase espiritual consciente. También observaste cuán pocos cambios parecían haber experimentado estas almas, cuán poco más parecían saber sobre las cosas espirituales y ocultas que cuando estaban en la Tierra.

Viste también, en los planos más bajos, a un viejo amigo que en la vida terrestre era un materialista declarado, y que no parecía comprender que estaba “muerto” y que creía que, por alguna catástrofe de la naturaleza, había sido transportado a algún otro planeta o mundo físico, y que era tan combativo como siempre a favor de su argumento de que “con la muerte acaba todo”, y que se encolerizó porque los visitantes de las esferas superiores le dijeron quiénes eran y de dónde venían; los llamó pícaros e impostores y exigió que le mostraran algo de sus supuestas “esferas superiores” si es que existían. Afirmó que sus súbitas apariciones y desapariciones eran simplemente fenómenos físicos del nuevo planeta en el que estaban viviendo. Dejándolo atrás en medio de sus insultos hacia ti por estar de acuerdo con los “impostores” y “visionarios” quienes, para usar su expresión, eran “muy poco mejores que los espiritualistas del antiguo mundo”, le suplicaste a tu guía que te llevara a las esferas más altas. Él sonrió y dijo:
    Te llevaré hasta donde puedas ir.

Y entonces te condujo a un plano tan acorde con tus deseos, aspiraciones, gustos y desarrollo que le pediste que te permitiera permanecer allí, en vez de devolverte a la Tierra, pues sentías que habías alcanzado el “séptimo cielo” del mundo astral. Insistió en tu retorno, pero antes de iniciarlo te dijo que aún estabas en uno de los sub-planos de los planos comparativamente más bajos. Tú parecías dudar de sus palabras y, como el materialista, le pediste que te mostrara cosas mayores. Él respondió:
— No, hijo mío, has progresado justo hasta donde tus limitaciones te lo permiten,  has alcanzado esa parte de la “otra vida” que será tuya cuando te separes del cuerpo, a menos que te las arregles para desarrollarte aún más y pasar así a un grado superior. Hasta aquí puedes llegar pero no más lejos. Tienes tus limitaciones, así como yo tengo las mías, todavía más lejos. Ninguna alma puede viajar más allá de sus límites espirituales.

    Pero, continuó tu guía, más allá de tu plano y más allá del mío, hay plano tras plano, conectados con nuestra Tierra, cuyos esplendores el hombre no puede concebir. Y así mismo hay muchos planos alrededor de los otros planetas de nuestro sistema, y hay millones de otros mundos, y hay sistemas de universos así como hay sistemas de planetas, y luego grupos mayores de estos sistemas, y así mayores y más grandes, más allá de la capacidad del hombre para imaginar, cada vez más y sin parar, más y más altos hasta alturas inconcebibles. Una infinidad de infinidades de mundos se extiende ante nosotros. Nuestro mundo y nuestra cadena planetaria y nuestro sistema de soles, y nuestros sistemas de sistemas solares, no son más que granos de arena en la playa.

— Entonces, exclamaste, ¿Qué soy yo, pobre mortal, perdido entre toda esta grandeza inconcebible?

— Tú eres lo más precioso, un alma viviente, respondió tu guía, y si fueras destruido el sistema entero de universos se desmenuzaría, porque tú eres tan necesario como la parte más grande de él, él no puede existir sin ti, tú no puedes perderte o ser destruido, tú eres parte de todo él, y eres eterno.

— Y, más allá de todo esto que me has dicho, exclamaste, ¿Qué hay, y cuál es el centro de todo?
El rostro de tu guía adquirió una expresión extasiada.

— El ABSOLUTO — respondió.
Y cuando volviste de nuevo a tu cuerpo físico, justo antes de que tu guía se desvaneciera, le preguntaste:
— ¿A cuántos millones de millas fuera de la Tierra hemos estado, y por cuánto tiempo?
Él contestó:

— Tú nunca dejaste la Tierra en absoluto, y tu cuerpo apenas se quedó solo por un instante de tiempo, tiempo y espacio no pertenecen al mundo astral. 
(14 Lecciones Filosofía Yogui).
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