Antes de entrar
en el tema de los diversos planos del mundo astral, sería bueno considerar
algunos de los fenómenos generales clasificados bajo el término “astral”. El hombre
encarnado, además de sus sentidos físicos de vista, oído, gusto, olfato y tacto,
tiene cinco sentidos astrales (contraparte de los sentidos físicos) que operan
en el plano astral, y mediante los cuales puede recibir impresiones sensoriales
sin ayuda de los órganos de los sentidos físicos. Posee también un “sexto
sentido”, cuyo órgano físico (el órgano del “sentido telepático”) también
tiene su correspondiente sentido astral.
Estos sentidos
astrales funcionan en el plano astral más bajo — contiguo al plano físico — y
los fenómenos de clarividencia son producidos por el uso de estos sentidos
astrales, hay formas superiores de clarividencia, que operan en planos mucho
más altos que los usados en la clarividencia ordinaria, pero tales poderes son
muy raros, y los poseen sólo aquellos de altos logros por lo cual apenas
necesitamos mencionarlos aquí. En este plano astral inferior, el clarividente
ve, el clariaudiente oye, y el psicómetra percibe; por este plano se moviliza
el cuerpo astral, y se manifiestan los “fantasmas”. Para comunicarse con el
plano físico, las almas desencarnadas que habitan en los planos superiores del
mundo astral, deben descender a este plano más bajo y vestirse con materia
astral tosca para poder lograr su objetivo.
En este plano
se desplazan los “cuerpos astrales” de aquellos encarnados que han adquirido el
arte de proyectarse en el astral. Es posible para una persona proyectar su cuerpo
astral, o viajar en su cuerpo astral, a cualquier punto dentro de los límites
de la atracción terrestre y, en condiciones apropiadas, la persona entrenada
puede hacerlo a voluntad. Otros pueden hacer esos viajes de vez en cuando (sin
saber exactamente cómo los hacen, y teniendo después el recuerdo de un sueño
particular y muy vívido); de hecho, muchos de nosotros hacemos esos viajes,
cuando el cuerpo físico está entregado al sueño y, a menudo se consigue mucha
información de esta manera, en asuntos en los que uno está interesado,
manteniendo comunicación astral con otros interesados en el mismo tema, todo
inconscientemente, por supuesto. Esta forma de adquisición consciente de
conocimientos, sólo es posible a aquellos que han progresado verdaderamente en
el camino de los logros.
El cuerpo
astral siempre está conectado con el cuerpo físico (durante la vida de este
último) por un delgado hilo astral como de seda, que mantiene la comunicación
entre ambos. Si este cordón fuera retirado, el cuerpo físico moriría pues
terminaría la conexión del alma con él.
En este plano
astral más bajo pueden percibirse también los colores del aura de los hombres. Igualmente
es en este plano donde las emanaciones del pensamiento pueden ser percibidas por
la visión clarividente, o por el astral de alguien que visite ese plano en su cuerpo
astral. Continuamente la mente está despidiendo emanaciones que durante un
tiempo permanecen desplegadas hasta cierta distancia de la persona, y que
luego, si tienen la fuerza suficiente, siguen su curso gradualmente, dirigidas
aquí y allá por los pensamientos análogos de otros. Estas emanaciones de
pensamiento se parecen a las nubes, algunas son delicadas y bellas, mientras
que otras son oscuras y lóbregas. Para la visión psíquica o astral, los lugares
parecen estar llenos de este material pensado, que varía en carácter y
apariencia según la calidad y naturaleza del pensamiento original que los
produjo. Algunos lugares lucen como llenos de pensamientos atractivos y
luminosos, mostrando que el carácter general del pensamiento de los que lo
habitan es diáfano y alegre, mientras que otros lugares están llenos con una
masa o nube confusa y lóbrega de pensamientos, manifestando que los que viven
allí (o algunos visitantes) han estado morando en los planos más bajos de
pensamiento, y han llenado el lugar con recuerdos deprimentes de su estancia
allí. Tales habitaciones deben abrirse ampliamente al sol y al aire, y el que
se mude a ellas debe hacer el esfuerzo por llenarlo de pensamientos luminosos,
alegres y felices que expulsarán los pensamientos de menor calidad. Una orden
mental como: “Te ordeno que salgas de este lugar”, hará que uno emita fuertes
vibraciones de pensamiento que, o disuelven el pensamiento inaceptable o lo
hacen ser rechazado y alejado de la inmediata vecindad de la persona que da la
orden.
Si la gente
pudiera ver, aunque sólo fuera por unos minutos la atmósfera de pensamiento de bares,
casas de juego, y lugares de ese tipo, se cuidaría de volver a visitarlos. No
sólo está la atmósfera completamente saturada de pensamientos degradantes, sino
de la baja ralea de las almas desencarnadas que se reúnen alrededor en gran
número por una condición de afinidad, esforzándose por romper los estrechos
límites que las separan del plano físico en tales lugares.
Guía para realizar el viaje:
Entras en el
silencio, y de pronto te das cuenta de que has abandonado tu cuerpo y ahora
ocupas sólo tu cuerpo astral. Estás de pie al lado de tu cuerpo físico y lo ves
dormido en la cama, pero te das cuenta de que estás conectado a él por medio de
un brillante hilo plateado, algo parecido a un trozo grande de telaraña
luminosa. Estás consciente de la presencia del guía que te conducirá en tu
viaje. Él también ha dejado su cuerpo físico, y está en su forma astral, que te
recuerda algo vaporoso, es la forma de un cuerpo humano, pero a través del cual
se puede ver, y que puede moverse a voluntad a través de objetos sólidos. El
guía toma tu mano en la suya y dice: “Ven”, y un momento después has salido de
tu habitación y te encuentras sobre la ciudad donde vives, flotando como una
nube de verano. Empiezas a temer que puedes caerte, y tan pronto ese
pensamiento entra en tu mente, te das cuenta de que te estás hundiendo. Pero tu
guía coloca una mano debajo de ti y te sostiene, mientras dice:
— Ahora comprende que no puedes hundirte a
menos que tengas miedo de hacerlo, mantén el pensamiento de que flotas y lo
harás. Lo haces y quedas encantado al advertir que puedes flotar a voluntad, moviéndote
aquí y allí de acuerdo a tu deseo o antojo.
Ves enormes
volúmenes de nubes de pensamiento que se levantan de la ciudad como grandes
nubes de humo, desplazándose y estableciéndose aquí y allá. También ves, en
ciertas zonas, algunas vaporosas nubes de pensamiento más finas que parecen
tener la propiedad de dispersar las nubes oscuras cuando entran en contacto con
ellas. Aquí y allá ves delgadas líneas brillantes de luz, como chispas
eléctricas desplazándose rápidamente a través del espacio, y tu guía dice que
son mensajes telepáticos que pasan de una persona a otra, y que son luminosos a
causa del prana con que el pensamiento está cargado. A medida que
desciendes a tierra, ves que cada persona está rodeada por un cuerpo ovoide de
color, su aura, en el cual se refleja su pensamiento y estado mental predominantes,
siendo representado el carácter del pensamiento por colores variables. Algunos
están rodeados por auras hermosas, mientras que otros tienen a su alrededor un
aura negra, humeante, en la que se ven llamaradas de luz roja. Algunas de estas
auras te causan dolor al verlas, pues evidencian pensamientos tan bajos,
groseros y animales, que te producen dolor, pues ahora que estás fuera de tu
cuerpo físico te has vuelto más sensible. Pero no tienes mucho tiempo para
permanecer allí, porque tu viaje es muy corto, y el guía te ordena que sigas.
No pareces
haber cambiado de lugar en el espacio, y sin embargo todo luce diferente, es
como si se levantara una cortina de gasa en la pantomima.
Ya no ves el
mundo físico con sus fenómenos astrales, pero te parece estar en un nuevo mundo, una tierra de formas extrañas. Ves “cascarones” astrales flotando, cuerpos astrales
descartados por aquellos que los abandonaron al morir. No son agradables de ver
y te apresuras con tu guía pero, antes de abandonar esta segunda antesala al
verdadero mundo astral, tu guía te hace relajar tu dependencia mental de tu
cuerpo astral y, para tu gran sorpresa, te encuentras deslizándote fuera de él,
dejándolo en el mundo de los cascarones, aunque todavía estás conectado a él
por un cordón, o hilo, como de seda, que a su vez se conecta con tu cuerpo
físico que, para este momento, ya casi has olvidado, pero al cual permaneces
unido por estos lazos casi invisibles. Sigues adelante vestido con un nuevo
cuerpo, o más bien, con un traje interno de materia etérea, pues parece como si
sólo te hubieras despojado de una capa, y luego de otra, el TÚ, la parte
de ti mismo permanece inalterada, ahora sonríes al recordar que alguna vez
creíste que el cuerpo eras “tú”. El plano de los “cascarones” astrales se
desvanece, y pareces haber entrado en una gran sala de formas durmientes, que
yacen en paz y reposo, siendo las únicas formas que se mueven, aquellas de las
esferas superiores que han descendido a este plano para realizar tareas por el
bien de sus hermanos más humildes. De vez en cuando algún durmiente muestra
señales de despertar, enseguida algunos de estos bienhechores se apretujan a su
alrededor, y parecen desvanecerse junto con él en algún otro plano. Pero, lo
más maravilloso de esta región, parece ser que, cuando el durmiente despierta
lentamente, su cuerpo astral se desliza fuera de él, tal como lo hizo el tuyo
un poco antes, y sale de ese plano al lugar de los “cascarones”, donde se va
desintegrando paulatinamente hasta descomponerse en sus elementos originales.
Este cascarón desechado no se conecta con el cuerpo físico del alma durmiente,
que ha sido enterrado o incinerado, pues está “muerto”; ni tampoco con el alma que
se ha ido, pues ésta finalmente lo ha descartado y desechado. Es diferente en
tu caso, porque tú apenas lo has dejado en la antesala y volverás dentro de poco
a reanudar su uso.
La escena
cambia de nuevo y te encuentras en las regiones de las almas despiertas, entre
las cuales vagabundeas con tu guía. Te das cuenta de que las almas que van
despertando parecen dejar caer rápidamente al pasar, una capa tras otra de sus
cuerpos mentales (pues así se llama a estas formas superiores de cubiertas
etéreas), y notas que, a medida que te acercas a los planos superiores tu
sustancia se vuelve cada vez más etérea, y que cuando regresas a los planos más
bajos se torna más tosca y grosera, aunque siempre mucho más etérea incluso que
el cuerpo astral, e infinitamente más fina que el cuerpo físico material.
Adviertes también que cada alma que despierta va a despertar finalmente en su
plano particular. El guía te dice que el plano particular es determinado por el
progreso espiritual y el logro alcanzado por el alma en sus vidas pasadas (pues
ha tenido muchas visitas terrenales o vidas), y que es prácticamente imposible
para una alma ir más allá del plano al cual pertenece, aunque los que están en planos
superiores pueden volver libremente a visitar los planos más bajos esto, que es
la regla del mundo astral, no es una ley arbitraria, sino una ley de la
Naturaleza.
En el mundo
astral, el alma con mayor cantidad de materialidad, y naturaleza más tosca, es
detenida por el cedazo de un cierto plano y no puede pasar a los superiores,
mientras que uno que ha pasado a los planos superiores, habiéndose deshecho de
las envolturas más restrictivas, puede pasar fácilmente hacia atrás y hacia
adelante entre los planos más bajos. De hecho, las almas lo hacen con
frecuencia, con el propósito de visitar amigos en los planos más bajos,
proporcionándoles de esta manera goce y consuelo y, en los casos de un alma
altamente desarrollada, se puede brindar mucha ayuda espiritual en esta forma,
mediante consejo e instrucción, cuando el alma en el plano más bajo está lista
para ello. De hecho, todos los planos tienen protectores espirituales de los
planos mucho más elevados, prefiriendo algunas almas sacrificadas dedicar su
tiempo al mundo astral en vez de tomarse un bien ganado descanso, o proseguir
ciertos estudios para su propio desarrollo. El guía te explica estas cosas a
medida que recorres la combinación de planos más bajos (la razón por la cual no
vas más arriba se te explicará después), y también te informa que la única
excepción a la regla del libre paso a los planos por debajo del plano de un
alma, es la que impide a las almas de los planos inferiores entrar al “plano de
los durmientes”, al cual no pueden entrar las almas que han despertado en un
plano bajo, pero sí pueden entrar libremente las almas puras y sublimes que han
alcanzado un plano elevado. El plano de la cámara de letargo está dedicado a
aquellos que la ocupan, y a esas almas superiores recién aludidas, y de hecho,
está en la índole de un estado distinto y aparte, en vez de ser uno de las
mencionadas series de planos.
El alma
despierta exactamente en el plano que le corresponde, justo en el sub-plano de
ese plano que sus deseos y gustos más elevados seleccionan naturalmente. Se
rodea de mentes afines, y puede proseguir aquello que su corazón anheló durante
la vida terrena. Durante esta vida del mundo astral puede hacer considerables
progresos y así, cuando renazca, puede dar un gran paso
adelante, comparado con su última encarnación. Hay innumerables
planos y sub-planos, y cada uno encuentra una oportunidad para desarrollar y disfrutar
al máximo de las cosas más altas de que es capaz en ese particular período de
desarrollo y, como hemos dicho, puede perfeccionarse y desarrollarse para nacer
en condiciones y circunstancias mucho más favorables en la próxima vida
terrena. Pero ¡ay! incluso en este mundo superior, no todos viven de la mejor
manera y, en lugar de aprovechar sus oportunidades y crecer espiritualmente, dejan
que su naturaleza más material los arrastre hacia abajo y gastan mucho de su
tiempo en los planos más bajos, no para ayudar y asistir, sino para vivir la
vida menos espiritual de los forasteros de los planos inferiores, los más
materiales. En tales casos el alma no consigue los beneficios de la estancia en
el mundo astral y regresa en casi la misma condición que en la última vida
terrena, es enviada de vuelta a aprender de nuevo su lección.
Los planos
mucho más bajos del mundo astral están llenos de almas de un tipo grosero, subdesarrolladas y como animales, que viven tan cerca como pueden de las vidas
que llevaron en la Tierra (siendo su única posibilidad de ganar el que “consuman”
sus gustos ordinarios y, hartos y cansados de todos ellos, desarrollen un
anhelo por cosas superiores que se manifestará en una “mejor oportunidad”
cuando renazcan). Por supuesto que estas almas subdesarrolladas no pueden
visitar los planos superiores y, siendo los únicos planos que están por debajo
de ellos, el de los cascarones y el subplano astral inmediatamente superior al
plano material (que es una de las llamadas antesalas del mundo astral), con
frecuencia se vuelven a reunir tan cerca de la Tierra como sea posible. Y se
aproximan tanto que pueden tomar conciencia de mucho de lo que está sucediendo
allí, especialmente cuando las condiciones son tales que están en armonía con
sus propias naturalezas. Puede decirse que ellos prácticamente son capaces de
vivir en el plano material inferior, sólo que están separados de él por un
delgado velo atormentador que les impide participar activamente excepto en
raras ocasiones. Ellos pueden ver, pero no unirse a la vida terrestre. Rondan
por los escenarios de sus antiguas vidas degradantes, y con frecuencia se
apoderan del cerebro de alguno de su propia calaña que puede que esté bajo la
influencia del licor, sumándose así a sus propios bajos deseos. Este es un tema
desagradable y no nos interesa profundizar en él, afortunadamente no involucra
a aquellos que leen estas lecciones, pues éstos ya han superado esta fase del
desarrollo. Tales almas bajas son tan atraídas por la vida terrestre, en sus
planos más bajos, que sus vehementes deseos les hacen reencarnar rápidamente en
condiciones similares, aunque siempre hay por lo menos una ligera mejoría, nunca
hay retroceso. Un alma puede hacer varios intentos por avanzar, a pesar de las tendencias
retrógradas de su naturaleza inferior, pero nunca se desliza tanto hacia atrás
como hasta el lugar donde empezó.
Al sentir menos
atracción por la vida terrestre, y teniendo tan excelentes oportunidades para
avanzar, las almas de los planos superiores, pasan naturalmente más tiempo en
el mundo astral, siendo la regla general que cuanto más alto sea el plano, más
largo el descanso y la estancia. Pero, más tarde o más temprano, la lección es
totalmente aprendida, y el alma ansía ese avance que sólo puede venir de la
experiencia y actividad de otra vida terrestre y, por la fuerza de sus deseos
(recuerde, nunca es contra su voluntad) el alma gradualmente es atrapada en la
corriente del renacimiento y, soñolienta, es ayudada hasta el plano de la sala
del letargo; cae entonces en un sopor del alma, gradualmente “muere” al mundo
astral y renace en una nueva vida terrestre de acuerdo a sus deseos y gustos, y
para la cual está adaptada en esa fase particular de su desarrollo. No
despierta plenamente con el nacimiento físico, pero existe en un estado de
arrobamiento de gradual despertar durante los años de la niñez temprana,
evidenciándose su despertar por el progresivo alborear de la inteligencia en el
niño, cuyo cerebro anda al paso con las demandas que se le hacen.
Todas estas
cosas te las ha mostrado tu guía, y te ha dado ejemplos de todas las cosas que
acabamos de mencionar. Te has encontrado, y has hablado, con amigos y seres
queridos que se han separado del cuerpo y ocupan algunos de los planos a través
de los cuales pasaste. Notaste con asombro que estas almas actuaban y hablaban
como si su vida fuera la única natural, y de hecho, parecían pensar que habías
venido a ellos de algún mundo exterior. También notaste que, mientras que los
que estaban en cada plano conocían más o menos bien los planos por debajo
ellos, con frecuencia parecían en total ignorancia respecto a los que estaban
por encima, excepto en el caso de aquellos en los planos superiores, que
habían despertado a una comprensión consciente de lo que todo ello significaba,
y sabían que estaban apenas en una clase tratando de ascender. Los de los
planos más bajos parecían más o menos inconscientes del verdadero significado
de su existencia, por no haber despertado a la fase espiritual consciente.
También observaste cuán pocos cambios parecían haber experimentado estas almas, cuán poco más parecían saber sobre las cosas espirituales y ocultas que cuando
estaban en la Tierra.
Viste también,
en los planos más bajos, a un viejo amigo que en la vida terrestre era un
materialista declarado, y que no parecía comprender que estaba “muerto” y que
creía que, por alguna catástrofe de la naturaleza, había sido transportado a
algún otro planeta o mundo físico, y que era tan combativo como siempre a favor
de su argumento de que “con la muerte acaba todo”, y que se encolerizó porque
los visitantes de las esferas superiores le dijeron quiénes eran y de dónde
venían; los llamó pícaros e impostores y exigió que le mostraran algo de sus
supuestas “esferas superiores” si es que existían. Afirmó que sus súbitas
apariciones y desapariciones eran simplemente fenómenos físicos del nuevo
planeta en el que estaban viviendo. Dejándolo atrás en medio de sus insultos
hacia ti por estar de acuerdo con los “impostores” y “visionarios” quienes,
para usar su expresión, eran “muy poco mejores que los espiritualistas del
antiguo mundo”, le suplicaste a tu guía que te llevara a las esferas más altas.
Él sonrió y dijo:
— Te llevaré hasta donde puedas ir.
Y entonces te
condujo a un plano tan acorde con tus deseos, aspiraciones, gustos y desarrollo
que le pediste que te permitiera permanecer allí, en vez de devolverte a la
Tierra, pues sentías que habías alcanzado el “séptimo cielo” del mundo astral.
Insistió en tu retorno, pero antes de iniciarlo te dijo que aún estabas en uno
de los sub-planos de los planos comparativamente más bajos. Tú parecías dudar
de sus palabras y, como el materialista, le pediste que te mostrara cosas
mayores. Él respondió:
— No, hijo mío,
has progresado justo hasta donde tus limitaciones te lo permiten, has
alcanzado esa parte de la “otra vida” que será tuya cuando te separes del
cuerpo, a menos que te las arregles para desarrollarte aún más y pasar así a un
grado superior. Hasta aquí puedes llegar pero no más lejos. Tienes tus
limitaciones, así como yo tengo las mías, todavía más lejos. Ninguna alma puede
viajar más allá de sus límites espirituales.
— Pero, continuó tu guía, más allá de tu
plano y más allá del mío, hay plano tras plano, conectados con nuestra Tierra,
cuyos esplendores el hombre no puede concebir. Y así mismo hay muchos planos
alrededor de los otros planetas de nuestro sistema, y hay millones de otros
mundos, y hay sistemas de universos así como hay sistemas de planetas, y
luego grupos mayores de estos sistemas, y así mayores y más grandes, más allá
de la capacidad del hombre para imaginar, cada vez más y sin parar, más y más altos
hasta alturas inconcebibles. Una infinidad de infinidades de mundos se extiende
ante nosotros. Nuestro mundo y nuestra cadena planetaria y nuestro sistema de
soles, y nuestros sistemas de sistemas solares, no son más que granos de arena
en la playa.
— Entonces, exclamaste, ¿Qué soy yo, pobre mortal, perdido entre toda esta grandeza
inconcebible?
— Tú eres
lo más precioso, un alma viviente, respondió tu guía, y si fueras destruido
el sistema entero de universos se desmenuzaría, porque tú eres tan necesario
como la parte más grande de él, él no puede existir sin ti, tú no puedes
perderte o ser destruido, tú eres parte de todo él, y eres eterno.
— Y, más
allá de todo esto que me has dicho, exclamaste, ¿Qué hay, y cuál es el centro
de todo?
El rostro
de tu guía adquirió una expresión extasiada.
— El ABSOLUTO
— respondió.
Y cuando
volviste de nuevo a tu cuerpo físico, justo antes de que tu guía se
desvaneciera, le preguntaste:
— ¿A
cuántos millones de millas fuera de la Tierra hemos estado, y por cuánto
tiempo?
Él
contestó:
—
Tú nunca dejaste la Tierra en absoluto, y tu cuerpo apenas se quedó solo por
un instante de tiempo, tiempo y espacio no pertenecen al mundo astral.
(14 Lecciones Filosofía Yogui).