La masa de
gente desinformada la confunde creen que las almas de los hombres caen en
cuerpos de animales inferiores después de la muerte, y, al amparo de elevadas
enseñanzas respecto a la reencarnación, muchos promulgan teorías sosteniendo
que el alma del hombre está atada a la rueda de los renacimientos y debe vivir
en un cuerpo tras otro, quiéralo o no, hasta que transcurra cierto gran ciclo y
la especie se mude a otro planeta. No obstante, todas esas concepciones
equivocadas están basadas en la verdad, son verdad, pero no son toda la verdad.
Es cierto que después de la muerte, el alma de un hombre brutal, egoísta y
bestial, será arrastrada por la fuerza de sus propios deseos hacia un
renacimiento en el cuerpo de una de las razas humanas más inferiores y
bestiales, ha reprobado el examen y fue devuelta a un grado inferior. Pero una
vez que el alma ha alcanzado el nivel de humanidad, aunque sea primitivo, no
puede retroceder al plano de la vida animal inferior. Por más bestial que pueda
ser, ya ha adquirido algo de lo que el animal carece y nunca lo puede perder.
Y además, si
bien la especie, como especie, tiene que esperar hasta alcanzar ciertos grados
para poder avanzar, el individuo que ya se ha elevado por encima de la necesidad
de un renacimiento inmediato, no es forzado a reencarnar como un hombre de la
presente etapa de desarrollo, sino que puede esperar hasta que la especie lo “alcance”,
por decirlo así, y él se le incorpore en su trayectoria ascendente, mientras el
período intermedio se aprovecha entre los planos más elevados del mundo astral
o en estadías temporales conscientes en otras esferas materiales, ayudando en
el trabajo de evolución de toda la Vida.
Y, así, muy
lejos de la espiritualidad despierta del hombre obligado a sufrir continuos
renacimientos involuntarios, él no vuelve a nacer excepto con su propio
consentimiento y deseo, y con una estabilidad de la conciencia, dependiendo esa
estabilidad del logro espiritual alcanzado. Muchos de los que leen estas líneas
están parcialmente conscientes de sus pasadas existencias carnales, y su atracción hacia
estos temas se debe a la semi-conciencia y reconocimiento de la verdad. Otros,
ahora encarnados, tienen diversos grados de conciencia, logrando en algunos
casos, una completa memoria de sus vidas pasadas. Y, está seguro, que ud, de
que cuando alcances cierto grado de despertar espiritual (y puede que ahora ya
lo hayas alcanzado) habrás dejado atrás el renacimiento inconsciente y, después
de que hayas abandonado tu cuerpo presente, y después del período de reposo
espiritual, no volverás a renacer, hasta que estés listo y lo desees, y
entonces traerás contigo una memoria continua de todo lo que elegiste traer a
tu nueva vida. De manera que, deja esa impaciencia sobre el renacimiento
forzado, y deja de preocuparte por tu imaginaria pérdida de conciencia en vidas
futuras. El logro espiritual es lento y arduo, pero cada pulgada ganada es un
gran adelanto y nunca vuelves atrás, ni pierdes la más mínima parte de lo que
has ganado.
Aun aquellos
que renacen inconscientemente, como la mayoría de la especie, lo hace contra su
voluntad o deseo?. Por el contrario, renacen porque quieren, porque sus gustos y
deseos crean anhelos que solamente la renovada vida carnal puede satisfacer y,
aunque no están totalmente conscientes de ello, ponen en marcha nuevamente la
Ley de Atracción y son conducidos a un renacimiento, justo en el entorno mejor
calculado para permitirle cumplir sus deseos y satisfacer sus anhelos, deseos y
anhelos que de esa manera mueren de muerte natural, y abren paso a otros más elevados. Mientras la gente desee ansiosamente
cosas materiales, las cosas de la carne y de la vida material, y no sea capaz
de divorciarse voluntariamente de tales cosas, seguirá siendo arrastrada al
renacimiento para que esos deseos puedan ser realizados y satisfechos. Pero
cuando uno, por experiencia en muchas vidas, ha aprendido a ver las cosas tal
como son, y a reconocer que tales cosas no son parte de su verdadera
naturaleza, entonces el más ardiente deseo disminuye y finalmente se extingue,
la persona escapa de la actividad de la Ley de Atracción y no necesita sufrir
nuevos renacimientos hasta que se busque algún deseo o aspiración más altos,
pues la evolución de la especie ofrece nuevas eras y gentes. Es así como que si
uno se remontara por encima de la atmósfera terrestre —más allá de la esfera de
la atracción de la Tierra, y entonces esperara hasta que la Tierra girara sobre
sí misma y viera, muy abajo, el lugar que desea visitar, entonces todo lo que
tendría que hacer sería dejarse caer hasta que la fuerza de gravedad ejercida
por la Tierra lo condujera hasta el lugar deseado.
La idea del
renacimiento compulsivo es horrible para la mente del hombre promedio, y con
razón, puesto que viola su sentido intuitivo de la justicia y la verdad de esta
gran ley de Vida. Estamos aquí porque quisimos estar, obedeciendo a la Ley de
Atracción, obrando de acuerdo con nuestros deseos y aspiraciones, sí, también
a menudo, ansias, después de la partida de nuestra última residencia carnal, y
del período de descanso que siempre sigue a una vida. Y nunca estaremos en otra
parte, o en ninguna otra vida, a menos que sea en razón de esa misma ley,
puesta en operación en la misma forma. Es muy cierto que, el período entre
vidas nos da una oportunidad de recibir el elevado conocimiento del Espíritu
con mayor claridad que cuando está perturbado por cosas materiales pero, aun
con esta ayuda adicional, a menudo nuestros deseos son tan fuertes que nos
hacen rechazar los amables dictados del Espíritu, sobre lo que es mejor para
nosotros (tal como hacemos en nuestra vida diaria) y permitimos que nos atrape
la corriente del deseo, y somos arrastrados hacia el renacimiento en
condiciones que nos permitan manifestar y expresar esos deseos u anhelos.
A veces la voz
del Espíritu nos influencia hasta cierto grado, y nacemos en condiciones que
representan un compromiso entre las enseñanzas del Espíritu y los deseos
groseros, y con frecuencia el resultado es una vida desgarrada por deseos
conflictivos y ansias levantiscas, aunque todo esto es una promesa de mejores
condiciones para el futuro.
Cuando uno se
ha desarrollado lo suficiente como para estar abierto en su vida física a la
influencia de la Mente Espiritual, puede estar seguro de que su próxima
elección de renacimiento se hará con la total aprobación y sabiduría de esa
parte más elevada de su mente, y los viejos errores serán obviados.
Como una
verdadera afirmación general, debemos decir que los que realmente perciben
dentro de ellos esa conciencia de siempre haber existido y de tener prevista
una existencia sin fin, no tienen nada que temer con motivo de futuros
renacimientos inconscientes. Ya han alcanzado la etapa de la conciencia por lo
cual, de allí en adelante, conocerán todo el proceso de las futuras
encarnaciones, y harán el cambio (si lo desean) tal como uno cambia el lugar de
su residencia o viaja de un país a otro. Están “liberados” de la necesidad del
renacimiento inconsciente, del deseo ciego que ha sido su parte en el pasado y
que es el sino de la mayoría de la especie.
La filosofía
yogi enseña que el hombre siempre ha vivido y siempre vivirá. Que lo que
llamamos Muerte no es sino ir a dormir para despertar a la mañana siguiente.
Que Muerte no es sino una pérdida de conciencia temporal. Que la vida es continua, y que su objetivo
es desarrollo, crecimiento y desenvolvimiento. Que estamos en la Eternidad
ahora, tanto como siempre podremos estarlo. Que el alma es el verdadero hombre,
y no solamente un apéndice o añadido de su cuerpo físico, como muchos parecen
verla. Que el alma puede existir igualmente bien fuera del cuerpo como en él,
aunque cierta experiencia y conocimiento sólo pueden obtenerse en razón de una
existencia física, y como consecuencia de esa existencia. Que ahora tenemos
cuerpos, porque los necesitamos, cuando hayamos progresado hasta cierto punto
no necesitaremos la clase de cuerpos que ahora tenemos y seremos liberados de ellos.
Que en los planos más groseros de la vida fueron ocupados por el alma cuerpos
mucho más materiales, que en planos más elevados ocupará cuerpos más finos. Que
cuando vivimos fuera de las experiencias de una vida terrenal, salimos del
cuerpo hacia un estado de reposo, y después renacemos en cuerpos, y en
condiciones, de acuerdo con nuestras necesidades y deseos. Que la verdadera
Vida es realmente una sucesión de vidas, de renacimientos, y que nuestra vida
presente es meramente una dentro de un incontable número de vidas previas,
siendo nuestro presente yo el resultado de experiencias adquiridas en nuestras
previas existencias.
La filosofía
yogi enseña que el alma ha existido por siglos, abriéndose su camino ascendente
a través de innumerables formas, desde las inferiores hasta las más elevadas —
siempre progresando, siempre desenvolviéndose. Que continuará
desarrollándose y desenvolviéndose, a través de incontables eras, en muchas
formas y fases, pero siempre cada vez más alto. El Universo es grande y amplio,
y en él hay innumerables mundos y esferas para sus habitantes, y cuando estemos
listos para mudarnos a esferas y planos superiores no seguiremos atados a la
Tierra ni un momento más.
Los yogis enseñan que, mientras la mayoría de la especie permanece en la etapa de la evolución espiritual inconsciente, quedan muchos que están despertando a la verdad y desarrollando una conciencia espiritual de la verdadera naturaleza y futuro del hombre, y que esas personas espiritualmente despiertas nunca más tendrán que pasar por la cadena de continuos renacimientos inconscientes, sino que su futuro desarrollo estará en un plano consciente, y que gozarán completamente de constante progreso y desarrollo, en lugar de ser meros peones en el ajedrez de la vida.
Los yogis enseñan que, mientras la mayoría de la especie permanece en la etapa de la evolución espiritual inconsciente, quedan muchos que están despertando a la verdad y desarrollando una conciencia espiritual de la verdadera naturaleza y futuro del hombre, y que esas personas espiritualmente despiertas nunca más tendrán que pasar por la cadena de continuos renacimientos inconscientes, sino que su futuro desarrollo estará en un plano consciente, y que gozarán completamente de constante progreso y desarrollo, en lugar de ser meros peones en el ajedrez de la vida.
Los yogis
enseñan que hay muchas formas de vida, muy inferiores al hombre, tan
inferiores que no podemos concebirlas. Y que hay niveles de vida tan por encima
de nuestro actual plano de desarrollo que nuestras mentes no pueden abarcar la
idea. Las almas que ya han recorrido el Sendero por el cual transitamos ahora,
nuestros hermanos mayores, constantemente nos están brindando su ayuda y
estímulo, y con frecuencia nos extienden su mano favorecedora, aunque no la
reconozcamos. En planos por encima del nuestro hay inteligencias que alguna vez
fueron hombres como nosotros, pero que ahora han progresado tanto en la escala
que, comparados con nosotros, son ángeles y arcángeles, y algún día nosotros
estaremos entre ellos.
La filosofía
yogi enseña que TÚ, que lees estas líneas, has vivido muchísimas vidas.
Has vivido en las formas inferiores, abriéndote camino gradualmente en la
escala. Cuando pasaste a la fase humana de existencia viviste como cavernícola,
hombre de las cavernas, salvaje, bárbaro, guerrero, caballero, clérigo; erudito
en la Edad Media. En todas las épocas, en todos los climas, entre todos los
pueblos, has vivido, exististe, jugaste tu papel y moriste. En cada vida
ganaste experiencias, aprendiste tus lecciones, te beneficiaste de tus errores, creciste, te desarrollaste y te desenvolviste. Y, cuando abandonaste el cuerpo
y entraste al período de descanso entre encarnaciones, tu recuerdo de la vida
pasada gradualmente se desvaneció, pero dejó en su lugar el resultado de las
experiencias que adquiriste en ella. Así como no recuerdas mucho sobre
determinado día, o semana, veinte años atrás, aun cuando las experiencias de
ese día o semana hayan dejado huellas indelebles en tu carácter, y hayan
influenciado desde entonces todas tus acciones, así, mientras puedes haber
olvidado los detalles de tus previas existencias, aunque hayan dejado su impronta
en tu alma, y tu vida diaria sea ahora lo que es en razón de aquellas
experiencias pasadas.
Después de cada
vida hay una especie de condensación de las experiencias, y el resultado, el
verdadero resultado de la experiencia, va a formar parte del nuevo yo, del yo
mejorado, que después de algún tiempo busca un nuevo cuerpo donde reencarnar.
Pero en muchos de nosotros no hay una total pérdida de memoria de las vidas
pasadas, a medida que progresamos llevamos con nosotros algo más de conciencia
cada vez, y hoy en día muchos de nosotros tenemos atisbos ocasionales de
remembranzas de alguna existencia pasada. Vemos una escena por primera vez y
nos parece maravillosamente familiar, a pesar de que nunca antes la hemos
visto. Hay una suerte de memoria persistente que incomoda. Podemos ver una
pintura, alguna antigua obra maestra, y sentimos instintivamente como si ya la
hubiéramos contemplado en el oscuro pasado y nunca antes hemos estado cerca de
ella. Leemos algún viejo libro, y nos parece un viejo amigo aunque no
recordemos haberlo visto nunca en nuestra vida presente. Escuchamos alguna
teoría filosófica, e inmediatamente nos “aficionamos”, como si fuera algo
conocido y querido en nuestra niñez. Algunos de nosotros aprendemos ciertas
cosas como si estuviéramos reaprendiéndolas, y, de hecho, tal es el caso. Nacen niños que
desde la temprana infancia se convierten en grandes músicos, artistas,
escritores o artesanos, aunque sus padres no tengan esa clase de talentos. Los
Shakespeares surgen de familias cuyos miembros no tienen talentos y asombran al
mundo. Los Abraham Lincolns vienen de las sendas de la vida, y cuando se les
impone alguna responsabilidad muestran el mayor genio. Estas y muchas cosas
similares sólo pueden explicarse por la teoría de la existencia previa.
Conocemos personas, y nos asalta, irresistiblemente a pesar de nuestras
protestas, la convicción de que la hemos conocido antes, que han significado
algo para nosotros en el pasado pero, cuándo, ¡Oh! ¿Cuándo?
Algunos
estudios se nos hacen muy fáciles, mientras que otros requieren gran trabajo.
Ciertas ocupaciones nos parecen más simpáticas y, no importa cuántos obstáculos
haya en el camino, seguimos abriéndonos paso hacia el trabajo afín. Nos
enfrentamos a algún obstáculo desconocido, o las circunstancias exigen el
despliegue de poderes o cualidades desusadas en nosotros y, ¡he aquí que
tenemos la habilidad para realizar la tarea! Algunos
de los más grandes escritores y oradores descubrieron sus talentos “por accidente”.
Todas estas cosas se explican por la teoría de la evolución espiritual. Si la
herencia lo es todo, ¿Cómo puede suceder que algunos hijos de los mismos padres
se diferencien tanto de los demás, de sus padres y de los parientes de ambas
ramas de la familia? ¿Todo es herencia o atavismo? Entonces, por favor, dígannos,
¿De dónde heredó Shakespeare, de quién revierte?
Puede
amontonarse un argumento sobre otro para probar lo razonable del renacimiento
pero, ¿Qué importaría? El hombre puede comprenderlo intelectualmente y admitir
que era una razonable hipótesis de trabajo pero,
¿Qué concepción
intelectual alguna vez dio paz al alma, le dio ese sentido de realidad y verdad
que le permitiría bajar al valle de sombras de la muerte sin vacilación — con
una sonrisa en su rostro? ¡No!. Esa certeza viene sólo de la luz que la mente
espiritual esparce sobre las facultades mentales inferiores. El intelecto puede
arreglar los hechos, y deducir de ellos un curso de acción, pero el alma sólo
se satisface con las enseñanzas del Espíritu, y hasta que las reciba tiene que
sentir el desasosiego y la incertidumbre que llegan con el desarrollo del
intelecto, y se hace la gran pregunta “¿Por qué?” que por sí sola no puede
responder.
La única
respuesta a la pregunta: “¿Es un hecho el renacimiento?” es:
“¿Tu alma lo
reconoce como tal?”. A menos que el alma perciba por sí misma que la teoría es
cierta, porque coincide con esa convicción interna, es inútil discutir el
asunto. El alma debe reconocerlo por sí misma, debe responder su propia
pregunta. Es cierto que la presentación de la teoría (la llamamos “teoría”
aunque los yogis la conocen como hecho) despertará recuerdos en la mente de
algunos, puede darles valor para considerar como razonables los pensamientos y
preguntas medio formados que han rondado por años alrededor de sus mentes, pero es todo lo que pueden hacer. Hasta que el alma aprehenda y “sienta” la
verdad del renacimiento, debe errar actuando en el plano subconsciente de la
vida, teniendo un renacimiento forzado por sus propios deseos y anhelos,
perdiendo gran parte de su conciencia. Pero, una vez que el alma ha aprendido a
“sentir” la verdad, no vuelve a ser la misma, lleva consigo recuerdos del
pasado, a veces pálidos y a veces nítidos, y comienza a manifestar una
elección consciente en el asunto del renacimiento.
Tal como actúa
la planta en el plano subconsciente, y el animal en el plano
semi-consciente, y el hombre en los planos de conciencia gradualmente progresivos, así el
hombre evoluciona gradualmente desde el estado de renacimiento sub-consciente,
hacia el plano semiconsciente, y de allí en adelante, incrementando poco a poco
su conciencia, hasta vivir en el plano consciente, tanto en su vida física,
como durante el período de reposo y en el nuevo nacimiento. Hoy en día hay
entre nosotros hombres que están plenamente conscientes de existencias pasadas
(pocos, es cierto, pero muchos más de lo
que la mayoría de la gente imagina), y que han sido así desde la temprana
infancia, sólo que los días de su infancia transcurrían en un estado de
somnolencia hasta que sus cerebros físicos estuvieron lo suficientemente desarrollados
para permitirle al alma pensar claramente. De hecho, muchos niños parecen tener
una débil conciencia del pasado pero, temerosos de los comentarios de los
mayores, aprenden a ocultar esos trozos de remembranza hasta que ya no pueden
recordarlos.
A los que no
han despertado a la verdad del renacimiento, no pueden imponérsela con
argumentos, y aquellos que “sienten” su verdad no necesitan de argumentos. De
manera que en esta breve presentación de la teoría no hemos tratado de
argumentar el asunto. Los que leen esta lección son atraídos por el tema en
razón del interés despertado en alguna vida pasada, y sienten realmente que
tiene que haber alguna verdad en él, aunque tal vez no hayan llegado todavía al
punto en que puedan asimilarla completamente. Muchos de aquellos en quienes la
verdad de la propuesta es mantenida por sus íntimos sentimientos o recuerdos
fragmentarios muestran aversión a aceptarla completamente. Temen a la idea de
renacer sin su consentimiento o su conocimiento. Pero, como les hemos dicho,
ese es un temor infundado pues, si realmente están comenzando a “palpar” la
verdad del renacimiento, su período de manifestación subconsciente en ese plano
está terminando.
Muchos dicen
que no tienen deseos de volver a vivir, pero en realidad quieren decir que no
les gustaría vivir exactamente la vida que tienen, por supuesto que no, ellos
no quieren la misma experiencia otra vez, pero, si hay una sola cosa en la
vida que les gustaría; una simple posición que quisieran alcanzar; un simple
deseo que consideran que debería cumplirse para hacerlos felices, entonces
realmente desean volver a vivir para asegurarse lo faltante. Están aquí porque
querían estar aquí, o tenían deseos que pedían satisfacción, y volverán a
vivir en las circunstancias necesarias para satisfacer sus deseos o anhelos, o
que puedan proporcionarle la necesaria experiencia para un mayor crecimiento
espiritual.
Al estudiante
de este asunto de la evolución espiritual, se le abre un gran mundo de
interesantes hechos. Se arroja luz sobre la historia y el progreso de la
humanidad, y se le presenta un fascinante campo de investigación. Debemos
resistir la tentación de introducirnos en esta rama del tema, pues podría
conducirnos hacia atractivos senderos que, debido a la falta de espacio, nos
están vedados en estas lecciones elementales. No obstante podemos hallar sitio
para decir algo más acerca de estos temas.
La Tierra es
uno dentro de una cadena de planetas pertenecientes a nuestro sistema solar,
todos los cuales están íntimamente conectados a los demás en esta gran ley de
la evolución espiritual. Grandes oleadas de vida pasan rápidamente por la
cadena, llevando especie tras especie, de un planeta a otro a lo largo de la
cadena. Cada especie permanece en un planeta durante un cierto período y luego,
al haberse desarrollado, pasa al planeta superior siguiente en la escala de la
evolución, para encontrar allí condiciones más apropiadas para su
desenvolvimiento. Pero este progreso de un planeta a otro no es circular,
recuerda una espiral, girando y girando, mientras se eleva con cada curva.
Supongamos un
alma conducida a uno de los planetas de nuestra cadena planetaria, en un estado
de relativo subdesarrollo en el crecimiento espiritual, ocupando un lugar bajo
en la escala de la evolución. En numerosas encarnaciones el alma adquiere las
experiencias que le llegan en esa etapa, y luego es conducida hacia el
siguiente planeta más alto en la cadena, junto con el resto de esta especie en
particular, y reencarna allí. En este nuevo hogar ocupa un plano francamente
más adelantado que el que ocupaba en el anterior, constituyendo toda la especie
el núcleo de una nueva especie allí, siendo algunos los pioneros, mientras que
otros les seguirán más tarde. Pero aun esta etapa avanzada (comparada con la
del planeta que acaba de dejar atrás) puede ser muy inferior, en la escala del
progreso, a la de otras especies llevadas junto con ella al mismo planeta.
Algunas de las especies, las más insignificantes en el punto de evolución de
esta Tierra, pueden haber estado mucho más cercanas a las más elevadas etapas
de desarrollo en el último planeta habitado por ellas, y aun así han progresado
significativamente con el cambio, la más alta de un planeta inferior tal vez
esté menos desarrollada que la más baja de otro más adelantado a lo largo de la
cadena planetaria. Muchas de las especies que anteriormente habitaron la
Tierra, cuyas huellas se encuentran ocasionalmente, han pasado a una etapa
superior de desarrollo. La Historia nos muestra que una especie tras otra
entraron a escena durante el desarrollo de la Tierra, representaron su papel en
el escenario de la acción, y desaparecieron, ¿A dónde fueron? Las filosofías
ocultas proporcionan el eslabón faltante a la explicación. Nuestra especie ha crecido
desde la edad de piedra, y aun más atrás, continuará progresando y
desaparecerá, dejando el espacio a alguna otra especie que desde ya pudiera
estar enviando pioneros desde algún otro planeta.
Esto no
significa, necesariamente, que todas las razas de las que nos habla la Historia
hayan desaparecido de la Tierra. Por el contrario, los ocultistas saben que
algunas, de hecho, la mayoría, de las razas conocidas por la Historia, han
encarnado en alguna de las razas de hoy. La confusión se explica por el hecho
de que cada especie tiene varias sub-especies, que realmente pertenecen a la
raza principal. Por ejemplo, los ocultistas saben que los antiguos egipcios,
los romanos, los griegos, los atlantes, los antiguos persas, etc., etc. viven
ahora en esta Tierra, que las almas que antiguamente encarnaron en aquellas
razas, están encarnadas ahora en la razas modernas. Pero, hay otras razas, las
prehistóricas, que desaparecieron completamente de la atracción terrestre, y
se han ido a los planos más elevados de acción de planetas más elevados. Hay
numerosos planetas más abajo en la escala del progreso que nuestra Tierra, y
hay otros más elevados, hacia los cuales nos dirigimos. Por supuesto, hay otros
sistemas solares, otras cadenas de soles, otros sub-Universos, y todo esto está por delante de todas las
almas, no importa cuan inferiores o humildes sean.
En este momento
nuestra especie está atravesando un importantísimo período de evolución. Está
pasando de la etapa del desarrollo espiritual inconsciente a la etapa
consciente. Muchos ya han alcanzado su etapa consciente, y muchos más están
despertando. Finalmente toda la especie la alcanzará, siendo esto anterior a su
mudanza. Este gradual despertar a la conciencia espiritual es el causante de
todo este desasosiego en el mundo del pensamiento, de esta ruptura con viejos ideales y formas, de esta sed de verdad, de este
correr de un lado a otro tras nuevas verdades replanteando las viejas. Es un
período crítico de la historia de la especie, y muchos sostienen que esto
implica una posible división de la especie en dos sub-especies, una de las
cuales tendría conciencia espiritual, y se adelantaría a la restante subespecie
de hermanos más lentos que tienen que cultivarse gradualmente. Pero las razas
se unirán de nuevo antes de salir finalmente de la Tierra, según está dispuesto
por la Ley de Causa y Efecto Espiritual. Todos estamos interesados en el
progreso de los demás, no sólo porque somos hermanos, sino porque nuestra
propia alma tiene que esperar hasta que toda la especie progrese. Por supuesto
que el alma que evoluciona más rápidamente no tiene que reencarnar simplemente
porque su hermano más lento tiene que hacerlo. Por el contrario, el alma más
altamente desarrollada pasa un largo tiempo esperando en los planos más altos
del mundo astral, mientras sus hermanos más lentos forjan su evolución en los
repetidos nacimientos, estancia que le brinda al alma desarrollada gran
felicidad y provecho, como se explicó en otras lecciones. No obstante, muchas
de estas “almas en espera”, eligen sacrificar su bien ganado descanso,
regresando a la Tierra para ayudar y levantar a sus hermanos, tanto en forma de
ayudantes espirituales, o hasta con un renacimiento deliberado y consciente (no
necesario para su desarrollo) en que toman deliberadamente un cuerpo carnal,
con todas sus aflicciones, con la finalidad de ayudar a sus hermanos más
débiles a alcanzar la meta. Los grandes maestros de los pueblos, han sido
muchas veces estas almas auto-sacrificadas que voluntariamente “renuncian al
cielo” por amor a sus prójimos. Es muy difícil imaginar cuán grande es este
sacrificio, ese retornar desde un plano de alto desenvolvimiento espiritual a
una civilización relativamente poco desarrollada. Es como un Emerson haciendo
trabajo misionero entre los bosquimanos.
¿Hacia qué meta
tiende toda esta evolución?. ¿Qué significa todo?
Desde las
formas de vida más inferiores, hasta las más elevadas, todas están en el
Sendero.
¿Hacia qué lugar o estado conduce el Sendero?
Tratemos de responder pidiéndoles que imaginen una serie de millones de círculos concéntricos. Cada círculo representa una etapa de vida. Los círculos exteriores están llenos de vida en sus formas inferiores y más materiales, cada círculo más cercano al centro sustenta formas cada vez más elevadas, hasta que los hombres (o los que fueron hombres) se vuelven como dioses. Las formas de vida se vuelven cada vez más altas, hasta que la mente humana no puede concebir la idea. Y, ¿Qué hay en el centro?
¿Hacia qué lugar o estado conduce el Sendero?
Tratemos de responder pidiéndoles que imaginen una serie de millones de círculos concéntricos. Cada círculo representa una etapa de vida. Los círculos exteriores están llenos de vida en sus formas inferiores y más materiales, cada círculo más cercano al centro sustenta formas cada vez más elevadas, hasta que los hombres (o los que fueron hombres) se vuelven como dioses. Las formas de vida se vuelven cada vez más altas, hasta que la mente humana no puede concebir la idea. Y, ¿Qué hay en el centro?
El cerebro de
todo el cuerpo espiritual — el Absoluto — ¡Dios!
¡Y todos nos
dirigimos hacia ese centro!
(14 Lecciones Filosofía Yogui)