miércoles, 27 de febrero de 2019

Etapa entre vidas


Cuando ocurre la muerte del hombre, cuando el Ego abandona la cobertura material que ha usado durante el período de esa “vida” particular, las células se separan y se dispersan y se instala lo que llamamos descomposición. La fuerza que mantuvo a esas células unidas desaparece y ellas quedan libres para ir por su cuenta y formar nuevas combinaciones. Algunas son absorbidas por los cuerpos de las plantas de los alrededores y, eventualmente, se encuentran formando parte del cuerpo de algún animal que se haya comido la planta, o como parte de algún otro hombre que se haya comido la planta o la carne del animal que se comió la planta. Por supuesto que ustedes entenderán que estas pequeñas células vivientes no tienen nada que ver con la verdadera alma o Ego del hombre, ellas no son más que sus antiguas sirvientes, y no tienen conexión con su conciencia. Otros de esos átomos permanecen por algún tiempo en el suelo hasta ser absorbidos por alguna otra forma viviente que necesite alimento.

Como dijo un gran escritor:
“La muerte no es sino un aspecto de la vida, y la destrucción de una forma material no es sino el preludio de la construcción de otra”.

Desde el momento en que el Ego abandona el cuerpo físico y se suprime de las células y de los grupos de células la influencia de la mente rectora, reina entre ellas el desorden; se convierten en un ejército desorganizado, corriendo por aquí y por allá, interfiriéndose unas a otras, empujándose y apartándose y hasta peleándose, siendo su único propósito escapar de la multitud, escapar de la confusión general. Durante la vida del cuerpo su principal objetivo era trabajar juntas en armonía, bajo las órdenes de sus oficiales, después de la muerte del cuerpo, su única meta parece ser separarse y seguir cada una por su cuenta. Primero los grupos se separan unos de otros, luego cada grupo se divide en grupos más pequeños y así sucesivamente hasta que cada célula individual queda separada de sus compañeras, y toma su propio camino, o va a donde sea requerida por alguna forma de vida que la necesite. Como dijo un escritor sobre el tema:
“El cuerpo nunca está más vivo que cuando está muerto; pues está vivo en todos sus componentes y muerto en su totalidad”.

Cuando el Ego se separa del cuerpo físico en el momento de la muerte, el prana, que ya no está bajo el control de la mente central, sólo responde a órdenes de los átomos individuales, o sus grupos, que han formado el   cuerpo individual y, a medida que el cuerpo físico se desintegra y se descompone en sus elementos originales, cada átomo toma consigo suficiente prana para mantener su vitalidad, y ser capaz de formar nuevas combinaciones, mientras el prana sin utilizar retorna al gran almacén universal de donde proviene.

Cuando el Ego abandona el cuerpo al momento de la muerte, se lleva consigo el cuerpo astral así como los principios superiores. Como ustedes recordarán, este cuerpo astral es la exacta contraparte del cuerpo físico, pero compuesto por una materia de calidad más fina, y que es invisible a la visión ordinaria, pero que puede ser nítidamente percibido por clarividencia o vista astral y, por consiguiente, algunas veces puede ser visto por personas bajo ciertas condiciones psíquicas. Los clarividentes describen como interesantísima la separación del cuerpo astral del físico. La refieren elevándose del cuerpo físico como una nube de vapor ligero y luminoso,  pero conectada con él por un cordón delgado, sedoso y vaporoso, que se hace cada vez más delgado hasta que se vuelve invisible hasta para la visión clarividente, justo hasta que se rompe completamente. El cuerpo astral permanece durante algún tiempo después de la muerte del hombre y, bajo ciertas circunstancias, se hace visible a las personas vivas y se le llama “fantasma”. A veces el cuerpo astral de una persona moribunda es proyectado por un extremado deseo y puede hacerse visible a parientes y amigos con quienes el difunto tenía afinidad.

Después de un tiempo, que varía según los casos, como veremos más adelante, el cuerpo astral es descartado por el Ego, y comienza a su vez a desintegrarse. Este cuerpo astral descartado no es más que un cadáver de materia más fina, y es lo que los ocultistas llaman un “cascarón astral”. Cuando ha sido descartado no tiene vida ni inteligencia, y flota en la  atmósfera astral inferior hasta que se desintegra en sus elementos originales. Parece sentir una atracción especial hacia su antigua contraparte física y con frecuencia regresará a los alrededores del cuerpo físico para desintegrarse con él. Las personas con vista psíquica, ya sea normal o influenciada por el temor o emociones similares, con frecuencia ven estos cascarones astrales flotando alrededor de cementerios, campos de batalla, etc., y a menudo son confundidos con los “espíritus” de los fallecidos, cuando en realidad no son más la persona que el cadáver físico que yace bajo tierra. Estos cascarones astrales pueden ser “galvanizados” en una apariencia de vida al ponerse en contacto con la vitalidad de algún “médium”, cuyo prana los anima y cuya mente subconsciente les hace manifestar signos vitales e inteligencia parcial. En algunas sesiones con médiums estos cascarones astrales se materializan por medio de la vitalidad del médium y hablan, de manera torpe e inconexa, con los que están alrededor, pero no es la propia persona la que habla, sino un mero cascarón, animado por el principio vital del médium y del “círculo”, y que habla y actúa como un autómata. Por supuesto, existen otras formas de retorno espiritual, que son muy diferentes, pero los que investigan los fenómenos espiritualistas deberían cuidarse de no confundir estos cascarones astrales con la verdadera inteligencia de sus amigos difuntos. Y ahora, volvamos al Ego que ha abandonado el cuerpo físico.

Mientras el Ego, encerrado en su cuerpo astral, va saliendo lentamente del cuerpo físico, toda la vida de la persona, desde la infancia hasta la vejez, pasa por su visión mental. La memoria abandona sus secretos y, cuadro por cuadro, pasa en rápida sucesión ante la mente, y muchas cosas se le aclaran al alma que se va, se descubre la razón de muchas cosas, y el alma ve todo lo que significan, esto es, entiende toda su vida completa, porque la ve como un todo. Esto sucede en forma de un vívido sueño para el individuo moribundo, pero deja una profunda impresión, y los recuerdos son conservados y utilizados por el alma en un período posterior. Los ocultistas siempre han exhortado a los amigos y parientes de un moribundo a mantenerse callados y tranquilos a su alrededor, a no molestarlo con emociones conflictivas o sonidos que distraigan. El alma debe ser dejada para que tome su camino tranquila y en paz, sin que sea retenida por los deseos o la conversación de los que la rodean.

De esa manera el Ego sale del cuerpo. ¿A dónde va?. Digamos aquí que los estados futuros del alma, entre encarnaciones, nada tienen que ver con lugares, es un asunto de “estados”, no de lugares. Hay numerosos lugares de existencia, y todos se interpenetran, de manera que un espacio dado puede contener inteligencias que viven en varios planos diferentes, sin que los que están en los planos inferiores estén conscientes de la existencia y presencia de los que viven en los más altos. Así es que saquen de sus mentes la idea de “lugar”, pues se trata de un asunto de “estados” o “planos”.

Después de salir del cuerpo, si no es molestada por las insistentes llamadas de los que dejó atrás (cuyas llamadas pueden consistir en violentas manifestaciones de dolor y ansiosos pedidos para el regreso del que partió, por parte de alguien querido o de alguno para quien la persona fallecida estaba atada por lazos de compromiso), el alma cae en un estado de semi-conciencia, un estado bienaventurado, apacible, feliz y reposado, un letargo del alma. Este estado permanece durante algún tiempo (variando según los individuos, como veremos) hasta que el cascarón astral se desprende de ella y flota en la atmósfera astral, hasta que los segmentos inferiores de aquella materia etérea que encierran las porciones inferiores de la mente se  disuelvan gradualmente y también se aparten del alma, dejándola en posesión solamente de las partes más elevadas de su mentalidad.

El hombre de escaso desarrollo espiritual, y en consecuencia de mayor grado de naturaleza animal, partirá con sólo una pequeña parte de su cuerpo mental, y pronto llega a lo más alto que ha sido capaz de alcanzar en su vida terrena, mental y espiritualmente. El hombre de altas dotes espirituales, gradualmente “se desprende” de mucho de su cuerpo mental hasta que se ha desligado de todo, excepto de las secciones más elevadas y desarrolladas en su vida terrestre. Por supuesto que aquellos que se encuentran entre los dos tipos mencionados actuarán de acuerdo a su grado de logro espiritual. Entonces, cuando el último posible remanente de mentalidad inferior se ha separado del alma, ésta despierta, mientras pasa a estados que serán descritos algo más adelante.

Se verá que el hombre de mentalidad y desarrollo espiritual groseros permanece sólo un corto tiempo en el estado de letargo, pues el proceso de abandonar los cascarones es relativamente sencillo y no requiere mucho tiempo. Y de esta manera se verá que el hombre que ha alcanzado un alto grado de desarrollo espiritual descansa durante un período mayor, pues tiene mucho más de qué deshacerse, y ese material descartado de la mente se separa de ella, uno tras otro, como los pétalos de una rosa desde afuera hacia adentro. Cada alma despierta cuando ha descartado todo lo que puede (o más bien todo lo que se separa de ella) y cuando haya alcanzado el mejor estado que le sea posible. Aquellos que han hecho verdadero progreso espiritual en la vida recién pasada, tendrán mucho más material inútil y superado que descartar, mientras que el que haya desperdiciado sus oportunidades, y muera casi como nació, tendrá poco de qué desprenderse, y despertará en muy breve tiempo. Cada uno descansa hasta que se ha manifestado su máximo punto de desenvolvimiento. Pero, antes de seguir adelante, detengámonos un momento para decir que, tanto la caída en el estado de reposo, como la firmeza y duración del mismo, pueden ser interferidas por aquellos que se quedan en la vida terrestre. Un alma que “tiene en su mente” algo que comunicar, o que es afligida por el dolor de aquellos que quedaron atrás (especialmente si oye los lamentos y el constante llamado para que regrese) luchará contra el estado de letargo, sobreponiéndose a él y hará desesperados esfuerzos por volver. Y, en la misma forma, los llamados mentales de los que se quedaron atrás, perturbará al que dormita una vez que ha entrado en ese estado y hará que el alma durmiente se levante y se esfuerce por responder a los llamados o, al menos, despertará parcialmente y retardará su desenvolvimiento. Estas almas semi-dormidas con frecuencia se manifiestan en los círculos espiritualistas.

Nuestro dolor egoísta y nuestras demandas a menudo causarán mucho dolor, aflicción y desasosiego a nuestros seres queridos difuntos, hasta que hayan aprendido el verdadero estado de cosas antes de continuar y rehusar ser llamados desde la Tierra aun por aquellos a quienes aman. Los ocultistas conocen casos en que las almas han evitado el letargo durante años para permanecer alrededor de sus seres queridos en la Tierra, pero ese camino es errado pues causa pesar y dolor innecesarios tanto al fallecido como a los que se quedaron en la Tierra. Debemos evitar retardar el proceso de aquellos que se han ido, dejémoslos dormir y descansar, esperando la hora de su transformación. Es como hacerles vivir su muerte varias veces en sucesión, aquellos que verdaderamente aman y comprenden lo evitan, su amor y comprensión les mandan a dejar que el alma marche en paz, tome su bien ganado descanso y alcance su completo desarrollo. Este período de letargo es como la existencia del bebé en el vientre de su madre,  duerme hasta que es despertado a la vida y al dinamismo.

Sin embargo, antes de pasar al despertar, creemos apropiado señalar que solamente el alma de la persona que ha perecido de muerte natural cae de inmediato (si no es molestada) en el letargo. Los que mueren por “accidente”, o que son asesinados, en otras palabras, los que abandonan súbitamente el cuerpo, permanecen durante algún tiempo totalmente despierto y en total posesión de sus facultades mentales; con frecuencia no se dan cuenta de que han “muerto”, y no pueden comprender qué les sucede. A menudo están totalmente conscientes (por un corto período) de la vida en la Tierra y mediante sus facultades astrales pueden ver y oír lo que sucede a su alrededor. No pueden imaginar que han salido del cuerpo y se encuentran penosamente perplejos; su destino sería muy desdichado durante unos días, hasta que el letargo se apodere de ellos, a no ser por los Ayudantes Astrales, almas de estados más elevados de existencia, que se aglomeran a su alrededor y lentamente les hacen conocer su verdadera condición — les brindan palabras de consuelo y advertencia, y los “cuidan” hasta que caen en el letargo tal como un niño cansado se duerme por la noche. Estos ayudantes nunca faltan a su deber y nadie que muera súbitamente es rechazado, sea “bueno” o “malo”, pues ellos saben que todos son hijos de Dios y hermanos suyos. Se sabe de hombres de alto desarrollo espiritual y facultades, que abandonan temporalmente sus cuerpos físicos (mediante sus cuerpos astrales) con el propósito de brindar ayuda y consejo en tiempo de grandes catástrofes. O después de una gran batalla, cuando se necesitan inmediata asistencia y consejo. También, en tales momentos, algunas de las más altas inteligencias en la escala de la evolución espiritual, descienden de sus elevadísimos estados y, apareciendo como hombres, brindan palabras de estímulo y el beneficio de su sabiduría.


Esto no sólo en países civilizados, sino en todas partes del mundo, pues todos son parientes. Muchos que han alcanzado las altas esferas del desarrollo espiritual y que han avanzado mucho más que el resto del grupo racial específico al cual pertenecen, y que se han ganado una permanencia más larga en las esferas más altas, se dedican a esta y a similares tareas, mientras esperan el progreso de sus hermanos, abandonando voluntariamente su merecido descanso y felicidad por el bien de sus hermanos menos favorecidos. Por supuesto que las personas fallecidas de la manera que hemos mencionado, caen gradualmente en el letargo del alma y el proceso de deshacerse de las envolturas limitantes avanza tal como en los casos de los que mueren de muerte “natural”.

Cuando el alma se ha despojado de sus envolturas limitantes, y ha alcanzado el estado para el cual se preparó en sus vidas terrenas, incluyendo lo que ganó en desarrollo en la última, pasa inmediatamente al plano del mundo astral que le corresponde, y al cual es conducida por la Ley de Atracción. Ahora bien, el Mundo Astral, con todas sus etapas y planos, no es un “lugar” sino un estado, como dijimos antes. Esos planos se interpenetran y aquellos que habitan en un plano no están conscientes de los que habitan en otro, ni pueden pasar de uno a otro con esta excepción: los que habitan en un plano superior pueden ver (si lo desean) los planos inferiores a ellos en orden de desarrollo, y también pueden visitar los planos más bajos si desean hacerlo. Pero, los que están en los planos inferiores no pueden ni ver ni visitar los superiores; esto no es porque hay un “vigilante en la puerta”, ni nada parecido (pues no puede haber “puerta” para un plano o estado) sino por la misma razón que un pez no puede elevarse por encima del agua y volar por el aire como un pájaro, su naturaleza no le permite hacerlo. Un alma que tiene a otra con la cual le unen antiguos lazos, y se encuentra que ella está en un plano inferior al suyo, puede visitar al alma menos desarrollada y ayudarla en su desarrollo mediante consejo e instrucción, preparándola así para su próxima encarnación, de manera que cuando se vuelvan a encontrar en la vida terrenal, la menos desarrollada haya crecido hasta mucho más cerca de su alma hermana y puedan entonces seguir unidas a través de la vida o de las vidas. Esto, por supuesto, asumiendo que el alma menos desarrollada quiera ser instruida. Después de alcanzar un cierto grado de desarrollo, las almas están ansiosas por ser instruidas cuando se hallan fuera del cuerpo (como se dijo antes) pues están libres de las perturbadoras influencias de la vida terrenal y están más abiertas para la ayuda del Espíritu. La enseñanza yogi se aventura a decir que, en raros casos, el alma que ayuda puede conducir a su hermano menor hasta un estado tal en que pueda liberarse de algunos principios mentales que han permanecido aferrados a él después del despertar, y que lo mantienen en un cierto plano, y por lo tanto incapaz de pasar al siguiente más elevado. Pero esto es raro y sólo puede suceder cuando el alma ha estado cerca pero no es totalmente capaz de liberarse de la envoltura limitante sin ayuda.

Los planos más bajos del mundo astral están llenos de almas de tipo grosero y no desarrollado, que llevan vidas muy similares a las que vivieron en la Tierra. De hecho, están conectadas tan cercanamente con el plano material, y son tan atraídas por él, que están tan conscientes de mucho de lo que allí sucede que podría decirse que viven en el plano material, e impedidas de participar activamente en él solamente por un delgado velo que las separa de sus iguales encarnadas. Estas almas rondan por los escenarios de su antigua degradación terrestre, y con frecuencia influencian a alguna de su clase que bajo la influencia del licor se halla abierta a influencias de esa naturaleza. De esa manera vuelven a vivir sus antiguas vidas y se suman a la brutalidad y degradación de los vivos con sus influencias y asociación. Hay numerosísimos de estos planos inferiores, así como de los superiores, cada uno conteniendo almas desencarnadas de la clase particular que le corresponde. Estas almas de los planos inferiores se encuentran en estrecho contacto con el plano material, y en consecuencia, a menudo son atraídas a las sesiones donde el médium y los asistentes están en un plano bajo. Se disfrazan de “espíritus” de amigos de los visitantes, y otros, asegurando con frecuencia ser algún personaje conocido y famoso; hacen las jugarretas vistas con tanta frecuencia en las sesiones, disfrutan particularmente con tales cosas y con “diabluras” si se las permiten. Ellas no se ligan con gente de los planos superiores, ya esté encarnada o desencarnada.

Estas almas del plano inferior permanecen sólo poco tiempo en estado desencarnado, y son fuertemente atraídas por la vida material, cuya consecuencia es que se llenan de un gran deseo de reencarnar, y  generalmente sólo pasan poco tiempo entre dos encarnaciones. Por supuesto, cuando renacen, son atraídas hacia y por, padres de las mismas tendencias, de manera que el entorno en su nueva vida terrenal va a corresponder muy estrechamente al de la antigua. Estas almas inmaduras y no desarrolladas, así como las de las razas salvajes, no progresan sino muy lentamente, haciendo apenas un avance insignificante en cada vida y teniendo que sufrir repetidas y frecuentes encarnaciones a fin de lograr algún pequeño progreso. Sus deseos por lo material son fuertes y son atraídas hacia y por ello, la influencia del Espíritu apenas ejerce una influencia comparativamente ligera sobre ellas. Pero, aun éstas hacen algún progreso, todas se mueven hacia adelante aunque sea poco.

Por supuesto, las almas en cada uno de los sucesivos planos más elevados, hacen un progreso más rápido en cada una de sus vidas terrestres, tienen menos encarnaciones y un período mucho más largo entre ellas. Sus inclinaciones y gustos son de un orden superior, prefieren habitar en los lugares más altos de la vida desencarnada, pensando en y contemplando las enseñanzas más elevadas, ayudados como están por la ausencia de cosas materiales y animados por los rayos de la mente espiritual proyectados  sobre ellos para ayudar a su desarrollo. De esta manera pueden prepararse para un gran progreso y con frecuencia pasan siglos en los planos más elevados antes de reencarnar. En algunos casos, cuando han avanzado demasiado para su especie, pasan miles de años en los planos superiores, esperando hasta que la especie crezca lo suficiente para hacer atractivo su renacimiento, y mientras tanto encuentran mucho trabajo útil que hacer por las almas menos desarrolladas.

Pero, tarde o temprano, las almas sienten el deseo de adquirir nuevas experiencias, y mostrar a la Tierra algunos de los avances que han logrado desde su “muerte” y, por esas razones, y por la atracción de deseos que han estado rondando por allí, no vividos o probados o, posiblemente influenciadas por alguna alma querida de un plano inferior, están listas para encarnar y desean encarnar al mismo tiempo para estar con ella (lo cual también es un deseo) las almas caen en la corriente que arrastra hacia el renacimiento, la selección de los padres apropiados, circunstancias ventajosas, entorno y, como consecuencia vuelven a entrar gradualmente en un letargo y así, llegado el momento, “mueren” para el plano en el que han estado existiendo y “nacen” a una nueva vida física en un cuerpo. El alma no despierta completamente de su sueño inmediatamente al nacer, sino que permanece en un estado como de letargo durante los días de la infancia, evidenciándose su gradual despertar por la creciente inteligencia del bebé, creciendo el cerebro del niño al ritmo de las demandas que se le hacen. En algunos casos el despertar es prematuro y vemos casos de prodigios, niños-genios, etc., pero tales casos son más o menos anormales e insanos. Ocasionalmente el alma dormida del niño despierta parcialmente y nos inquieta con alguna reflexión profunda, o conducta u observación madura.

Mucho de este proceso de preparación para la reencarnación es cumplido inconscientemente por el alma, obedeciendo a sus inspiraciones y deseos, pues realmente no ha crecido como para comprender todo lo que ello significa, todo lo que hay por delante, y es arrastrada casi  inconscientemente por la Ley de Atracción. Pero, después de que las almas alcanzan un cierto grado de desarrollo, toman conciencia del proceso de reencarnación y en esa forma están conscientes de las vidas pasadas y, previo al renacimiento, pueden tomar parte consciente en la selección de entornos y ambientes. Cuanto más alto ascienden en la escala, mayor es su poder de conciencia y de elección.

Fácilmente se verá que hay planos sobre planos de existencia desencarnada; la filosofía yogi enseña que hay siete grandes planos (denominados algunas veces los “siete cielos” por los hindúes iletrados) pero, cada gran plano tiene siete sub-divisiones, cada sub-división tiene siete divisiones menores y así sucesivamente.

Es imposible para nosotros comenzar a describir la naturaleza de la vida astral más elevada. No tenemos palabras para describirla, ni mentes para comprenderla. La vida en los planos inferiores es muy similar a la vida en la Tierra, muchos de los habitantes parecen creer que es parte de ella y, al no darse cuenta de que están liberados de las limitaciones terrestres, se imaginan que el fuego les puede quemar, que el agua les puede ahogar, etc.

Prácticamente viven en la Tierra entre sus escenarios. Lo que hay por encima de estos planos cuyos habitantes tienen ideas y vidas más elevadas,  y así sucesivamente, hasta la bienaventuranza de los planos más altos, no puede ser comprendido por el hombre de hoy. En algunos de los planos intermedios, aquellos que son aficionados a la música disfrutan al máximo su amor por ella, los artistas su amor por su arte, los trabajadores intelectuales prosiguen sus estudios, y así sucesivamente en esas direcciones. Por encima de ellos están los que han despertado espiritualmente y tienen oportunidades para desarrollarse y ganar conocimiento. Sobre éstos hay estados que no podemos ni soñar. Y, recuerden esto, hasta aquellos planos más elevados no son sino partes del alto plano astral, el cual no es sino uno de los más bajos del Universo, y por encima de éste hay plano sobre plano de existencia. Pero, por qué hablar de esto, amigos, no podemos comprometernos a enfrentar un problema de altas matemáticas, cuando escasamente podemos sumar dos números. Pero todo esto es para nosotros, todo para nosotros, y no podemos ser despojados de nuestro legado.
(14 Lecciones Filosofía Yogui)
Share:

Buscar este blog

Libro: Hackeando el Inconsciente

Libro: Hackeando el Inconsciente
En nuestro inconsciente guardamos toda información, programas y patrones que configuran nuestra personalidad, que nos hace sentir merecedores o perdedores, amados o rechazados, seguros o inestables, entonces, me he propuesto realizar este manual para ahondar más en nuestro inconsciente, ver todas las partes que nos componen y cuál de ellas no pudimos desarrollar, integrar y llevarlo a un proceso de maduración para convertirnos en adultos auto-realizados, sin dependencias ni ataduras.

Libro: La pareja que buscas eres Tú

Libro: La pareja que buscas eres Tú
Con la teoría y la práctica espero darte las herramientas que necesitas para encontrar lo que estás buscando y a la vez vayas conociéndote, quién eres realmente, cómo funcionas y cómo llegar a conectar con el Amor del cual todos venimos.

Libro: Un camino hacia la abundancia

Libro: Un camino hacia la abundancia
La abundancia es energía que busca manifestarse a través de ti. Iniciar el camino hacia ella es ir integrando, sanado y liberando todo aquello que te ancla en el pasado o en el futuro, y por lo tanto, no te permite convertirte en su canal de manifestación.

Traducir el blog a otro idioma