Cuando ocurre
la muerte del hombre, cuando el Ego abandona la cobertura material que ha usado
durante el período de esa “vida” particular, las células se separan y se
dispersan y se instala lo que llamamos descomposición. La fuerza que mantuvo a
esas células unidas desaparece y ellas quedan libres para ir por su cuenta y
formar nuevas combinaciones. Algunas son absorbidas por los cuerpos de las
plantas de los alrededores y, eventualmente, se encuentran formando parte del
cuerpo de algún animal que se haya comido la planta, o como parte de algún otro
hombre que se haya comido la planta o la carne del animal que se comió la planta.
Por supuesto que ustedes entenderán que estas pequeñas células vivientes no
tienen nada que ver con la verdadera alma o Ego del hombre, ellas no son más
que sus antiguas sirvientes, y no tienen conexión con su conciencia. Otros de
esos átomos permanecen por algún tiempo en el suelo hasta ser absorbidos por
alguna otra forma viviente que necesite alimento.
Como dijo un
gran escritor:
“La muerte no
es sino un aspecto de la vida, y la destrucción de una forma material no es
sino el preludio de la construcción de otra”.
Desde el
momento en que el Ego abandona el cuerpo físico y se suprime de las células y
de los grupos de células la influencia de la mente rectora, reina entre ellas
el desorden; se convierten en un ejército desorganizado, corriendo por aquí y
por allá, interfiriéndose unas a otras, empujándose y apartándose y hasta
peleándose, siendo su único propósito escapar de la multitud, escapar de la
confusión general. Durante la vida del cuerpo su principal objetivo era
trabajar juntas en armonía, bajo las órdenes de sus oficiales, después de la
muerte del cuerpo, su única meta parece ser separarse y seguir cada una por su
cuenta. Primero los grupos se separan unos de otros, luego cada grupo se
divide en grupos más pequeños y así sucesivamente hasta que cada célula
individual queda separada de sus compañeras, y toma su propio camino, o va a
donde sea requerida por alguna forma de vida que la necesite. Como dijo un
escritor sobre el tema:
“El cuerpo
nunca está más vivo que cuando está muerto; pues está vivo en todos sus
componentes y muerto en su totalidad”.
Cuando el Ego
se separa del cuerpo físico en el momento de la muerte, el prana, que
ya no está bajo el control de la mente central, sólo responde a órdenes de los
átomos individuales, o sus grupos, que han formado el cuerpo individual
y, a medida que el cuerpo físico se desintegra y se descompone en sus elementos
originales, cada átomo toma consigo suficiente prana para mantener
su vitalidad, y ser capaz de formar nuevas combinaciones, mientras el prana
sin utilizar retorna al gran almacén universal de donde proviene.
Cuando el Ego
abandona el cuerpo al momento de la muerte, se lleva consigo el cuerpo astral
así como los principios superiores. Como ustedes recordarán, este cuerpo astral
es la exacta contraparte del cuerpo físico, pero compuesto por una materia de
calidad más fina, y que es invisible a la visión ordinaria, pero que puede ser
nítidamente percibido por clarividencia o vista astral y, por consiguiente,
algunas veces puede ser visto por personas bajo ciertas condiciones psíquicas.
Los clarividentes describen como interesantísima la separación del cuerpo
astral del físico. La refieren elevándose del cuerpo físico como una nube de
vapor ligero y luminoso, pero conectada
con él por un cordón delgado, sedoso y vaporoso, que se hace cada vez más
delgado hasta que se vuelve invisible hasta para la visión clarividente, justo
hasta que se rompe completamente. El cuerpo astral permanece durante algún
tiempo después de la muerte del hombre y, bajo ciertas circunstancias, se hace
visible a las personas vivas y se le llama “fantasma”. A veces el cuerpo astral
de una persona moribunda es proyectado por un extremado deseo y puede hacerse
visible a parientes y amigos con quienes el difunto tenía afinidad.
Después de un
tiempo, que varía según los casos, como veremos más adelante, el cuerpo astral
es descartado por el Ego, y comienza a su vez a desintegrarse. Este cuerpo
astral descartado no es más que un cadáver de materia más fina, y es lo que los
ocultistas llaman un “cascarón astral”. Cuando ha sido
descartado no tiene vida ni inteligencia, y flota en la atmósfera astral inferior hasta que se
desintegra en sus elementos originales. Parece sentir una atracción especial
hacia su antigua contraparte física y con frecuencia regresará a los
alrededores del cuerpo físico para desintegrarse con él. Las personas con vista
psíquica, ya sea normal o influenciada por el temor o emociones similares, con
frecuencia ven estos cascarones astrales flotando alrededor de cementerios,
campos de batalla, etc., y a menudo son confundidos con los “espíritus” de los
fallecidos, cuando en realidad no son más la persona que el cadáver físico que
yace bajo tierra. Estos cascarones astrales pueden ser “galvanizados” en una
apariencia de vida al ponerse en contacto con la vitalidad de algún “médium”,
cuyo prana los anima y cuya mente subconsciente les hace
manifestar signos vitales e inteligencia parcial. En algunas sesiones con
médiums estos cascarones astrales se materializan por medio de la vitalidad del
médium y hablan, de manera torpe e inconexa, con los que están alrededor, pero
no es la propia persona la que habla, sino un mero cascarón, animado por el
principio vital del médium y del “círculo”, y que habla y actúa como un
autómata. Por supuesto, existen otras formas de retorno espiritual, que son muy
diferentes, pero los que investigan los fenómenos espiritualistas deberían
cuidarse de no confundir estos cascarones astrales con la verdadera
inteligencia de sus amigos difuntos. Y ahora, volvamos al Ego que ha abandonado
el cuerpo físico.
Mientras el
Ego, encerrado en su cuerpo astral, va saliendo lentamente del cuerpo físico,
toda la vida de la persona, desde la infancia hasta la vejez, pasa por su
visión mental. La memoria abandona sus secretos y, cuadro por cuadro, pasa en
rápida sucesión ante la mente, y muchas cosas se le aclaran al alma que se va,
se descubre la razón de muchas cosas, y el alma ve todo lo que significan, esto es, entiende toda su vida completa, porque la ve como un todo. Esto sucede
en forma de un vívido sueño para el individuo moribundo, pero deja una profunda
impresión, y los recuerdos son conservados y utilizados por el alma en un
período posterior. Los ocultistas siempre han exhortado a los amigos y
parientes de un moribundo a mantenerse callados y tranquilos a su alrededor, a
no molestarlo con emociones conflictivas o sonidos que distraigan. El alma debe
ser dejada para que tome su camino tranquila y en paz, sin que sea retenida por
los deseos o la conversación de los que la rodean.
De esa manera
el Ego sale del cuerpo. ¿A dónde va?. Digamos aquí que los estados futuros del
alma, entre encarnaciones, nada tienen que ver con lugares, es un asunto de “estados”,
no de lugares. Hay numerosos lugares de existencia, y todos se interpenetran,
de manera que un espacio dado puede contener inteligencias que viven en varios
planos diferentes, sin que los que están en los planos inferiores estén
conscientes de la existencia y presencia de los que viven en los más altos. Así
es que saquen de sus mentes la idea de “lugar”, pues se trata de un asunto de “estados”
o “planos”.
Después de
salir del cuerpo, si no es molestada por las insistentes llamadas de los que
dejó atrás (cuyas llamadas pueden consistir en violentas manifestaciones de
dolor y ansiosos pedidos para el regreso del que partió, por parte de alguien
querido o de alguno para quien la persona fallecida estaba atada por lazos de
compromiso), el alma cae en un estado de semi-conciencia, un estado bienaventurado,
apacible, feliz y reposado, un letargo del alma. Este estado permanece durante
algún tiempo (variando según los individuos, como veremos) hasta que el
cascarón astral se desprende de ella y flota en la atmósfera astral, hasta que
los segmentos inferiores de aquella materia etérea que encierran las porciones
inferiores de la mente se disuelvan gradualmente
y también se aparten del alma, dejándola en posesión solamente de las partes
más elevadas de su mentalidad.
El hombre de
escaso desarrollo espiritual, y en consecuencia de mayor grado de naturaleza
animal, partirá con sólo una pequeña parte de su cuerpo mental, y pronto llega
a lo más alto que ha sido capaz de alcanzar en su vida terrena, mental y
espiritualmente. El hombre de altas dotes espirituales, gradualmente “se
desprende” de mucho de su cuerpo mental hasta que se ha desligado de todo,
excepto de las secciones más elevadas y desarrolladas en su vida terrestre. Por
supuesto que aquellos que se encuentran entre los dos tipos mencionados
actuarán de acuerdo a su grado de logro espiritual. Entonces, cuando el último
posible remanente de mentalidad inferior se ha separado del alma, ésta
despierta, mientras pasa a estados que serán descritos algo más adelante.
Se verá que el
hombre de mentalidad y desarrollo espiritual groseros permanece sólo un corto
tiempo en el estado de letargo, pues el proceso de abandonar los cascarones es
relativamente sencillo y no requiere mucho tiempo. Y de esta manera se verá que
el hombre que ha alcanzado un alto grado de desarrollo espiritual descansa
durante un período mayor, pues tiene mucho más de qué deshacerse, y ese
material descartado de la mente se separa de ella, uno tras otro, como los
pétalos de una rosa desde afuera hacia adentro. Cada alma despierta cuando ha
descartado todo lo que puede (o más bien todo lo que se separa de ella) y
cuando haya alcanzado el mejor estado que le sea posible. Aquellos que han
hecho verdadero progreso espiritual en la vida recién pasada, tendrán mucho más
material inútil y superado que descartar, mientras que el que haya
desperdiciado sus oportunidades, y muera casi como nació, tendrá poco de qué
desprenderse, y despertará en muy breve tiempo. Cada uno descansa hasta que se
ha manifestado su máximo punto de desenvolvimiento. Pero, antes de seguir adelante,
detengámonos un momento para decir que, tanto la caída en el estado de reposo,
como la firmeza y duración del mismo, pueden ser interferidas por aquellos que
se quedan en la vida terrestre. Un alma que “tiene en su mente” algo que
comunicar, o que es afligida por el dolor de aquellos que quedaron atrás
(especialmente si oye los lamentos y el constante llamado para que regrese)
luchará contra el estado de letargo, sobreponiéndose a él y hará desesperados
esfuerzos por volver. Y, en la misma forma, los llamados mentales de los que se
quedaron atrás, perturbará al que dormita una vez que ha entrado en ese estado
y hará que el alma durmiente se levante y se esfuerce por responder a los
llamados o, al menos, despertará parcialmente y retardará su desenvolvimiento.
Estas almas semi-dormidas con frecuencia se manifiestan en los círculos
espiritualistas.
Nuestro dolor
egoísta y nuestras demandas a menudo causarán mucho dolor, aflicción y
desasosiego a nuestros seres queridos difuntos, hasta que hayan aprendido el
verdadero estado de cosas antes de continuar y rehusar ser llamados desde la
Tierra aun por aquellos a quienes aman. Los ocultistas conocen casos en que las
almas han evitado el letargo durante años para permanecer alrededor de sus
seres queridos en la Tierra, pero ese camino es errado pues causa pesar y dolor
innecesarios tanto al fallecido como a los que se quedaron en la Tierra. Debemos
evitar retardar el proceso de aquellos que se han ido, dejémoslos dormir y
descansar, esperando la hora de su transformación. Es como hacerles vivir su muerte
varias veces en sucesión, aquellos que verdaderamente aman y comprenden lo
evitan, su amor y comprensión les mandan a dejar que el alma marche en paz,
tome su bien ganado descanso y alcance su completo desarrollo. Este período de
letargo es como la existencia del bebé en el vientre de su madre, duerme hasta que es despertado a la vida y al dinamismo.
Sin embargo,
antes de pasar al despertar, creemos apropiado señalar que solamente el alma de
la persona que ha perecido de muerte natural cae de inmediato (si no es
molestada) en el letargo. Los que mueren por “accidente”, o que son asesinados,
en otras palabras, los que abandonan súbitamente el cuerpo, permanecen durante
algún tiempo totalmente despierto y en total posesión de sus facultades
mentales; con frecuencia no se dan cuenta de que han “muerto”, y no pueden
comprender qué les sucede. A menudo están totalmente conscientes (por un corto
período) de la vida en la Tierra y mediante sus facultades astrales pueden ver
y oír lo que sucede a su alrededor. No pueden imaginar que han salido del
cuerpo y se encuentran penosamente perplejos; su destino sería muy desdichado
durante unos días, hasta que el letargo se apodere de ellos, a no ser por los
Ayudantes Astrales, almas de estados más elevados de existencia, que se
aglomeran a su alrededor y lentamente les hacen conocer su verdadera condición —
les brindan palabras de consuelo y advertencia, y los “cuidan” hasta que caen
en el letargo tal como un niño cansado se duerme por la noche. Estos ayudantes
nunca faltan a su deber y nadie que muera súbitamente es rechazado, sea “bueno”
o “malo”, pues ellos saben que todos son hijos de Dios y hermanos suyos. Se
sabe de hombres de alto desarrollo espiritual y facultades, que abandonan temporalmente
sus cuerpos físicos (mediante sus cuerpos astrales) con el propósito de brindar
ayuda y consejo en tiempo de grandes catástrofes. O después de una gran
batalla, cuando se necesitan inmediata asistencia y consejo. También, en tales
momentos, algunas de las más altas inteligencias en la escala de la evolución
espiritual, descienden de sus elevadísimos estados y, apareciendo como hombres,
brindan palabras de estímulo y el beneficio de su sabiduría.
Esto no sólo en
países civilizados, sino en todas partes del mundo, pues todos son parientes.
Muchos que han alcanzado las altas esferas del desarrollo espiritual y que han
avanzado mucho más que el resto del grupo racial específico al cual pertenecen,
y que se han ganado una permanencia más larga en las esferas más altas, se
dedican a esta y a similares tareas, mientras esperan el progreso de sus
hermanos, abandonando voluntariamente su merecido descanso y felicidad por el
bien de sus hermanos menos favorecidos. Por supuesto que las personas
fallecidas de la manera que hemos mencionado, caen gradualmente en el letargo
del alma y el proceso de deshacerse de las envolturas limitantes avanza tal
como en los casos de los que mueren de muerte “natural”.
Cuando el alma
se ha despojado de sus envolturas limitantes, y ha alcanzado el estado para el
cual se preparó en sus vidas terrenas, incluyendo lo que ganó en desarrollo en
la última, pasa inmediatamente al plano del mundo astral que le corresponde, y
al cual es conducida por la Ley de Atracción. Ahora bien, el Mundo Astral, con
todas sus etapas y planos, no es un “lugar” sino un estado, como dijimos antes.
Esos planos se interpenetran y aquellos que habitan en un plano no están
conscientes de los que habitan en otro, ni pueden pasar de uno a otro con esta
excepción: los que habitan en un plano superior pueden ver (si lo desean) los
planos inferiores a ellos en orden de desarrollo, y también pueden visitar los
planos más bajos si desean hacerlo. Pero, los que están en los planos
inferiores no pueden ni ver ni visitar los superiores; esto no es porque hay un
“vigilante en la puerta”, ni nada parecido (pues no puede haber “puerta” para
un plano o estado) sino por la misma razón que un pez no puede elevarse por
encima del agua y volar por el aire como un pájaro, su naturaleza no le
permite hacerlo. Un alma que tiene a otra con la cual le unen antiguos lazos, y
se encuentra que ella está en un plano inferior al suyo, puede visitar al alma
menos desarrollada y ayudarla en su desarrollo mediante consejo e instrucción,
preparándola así para su próxima encarnación, de manera que cuando se vuelvan a
encontrar en la vida terrenal, la menos desarrollada haya crecido hasta mucho
más cerca de su alma hermana y puedan entonces seguir unidas a través de la
vida o de las vidas. Esto, por supuesto, asumiendo que el alma menos
desarrollada quiera ser instruida. Después de alcanzar un cierto grado de
desarrollo, las almas están ansiosas por ser instruidas cuando se hallan fuera
del cuerpo (como se dijo antes) pues están libres de las perturbadoras
influencias de la vida terrenal y están más abiertas para la ayuda del
Espíritu. La enseñanza yogi se aventura a decir que, en raros casos, el alma
que ayuda puede conducir a su hermano menor hasta un estado tal en que pueda
liberarse de algunos principios mentales que han permanecido aferrados a él
después del despertar, y que lo mantienen en un cierto plano, y por lo tanto
incapaz de pasar al siguiente más elevado. Pero esto es raro y sólo puede
suceder cuando el alma ha estado cerca pero no es totalmente capaz de liberarse
de la envoltura limitante sin ayuda.
Los planos más
bajos del mundo astral están llenos de almas de tipo grosero y no desarrollado,
que llevan vidas muy similares a las que vivieron en la Tierra. De hecho, están
conectadas tan cercanamente con el plano material, y son tan atraídas por él,
que están tan conscientes de mucho de lo que allí sucede que podría decirse que
viven en el plano material, e impedidas de participar activamente en él
solamente por un delgado velo que las separa de sus iguales encarnadas. Estas
almas rondan por los escenarios de su antigua degradación terrestre, y con
frecuencia influencian a alguna de su clase que bajo la influencia del licor se
halla abierta a influencias de esa naturaleza. De esa manera vuelven a vivir
sus antiguas vidas y se suman a la brutalidad y degradación de los vivos con
sus influencias y asociación. Hay numerosísimos de estos planos inferiores, así
como de los superiores, cada uno conteniendo almas desencarnadas de la clase
particular que le corresponde. Estas almas de los planos inferiores se
encuentran en estrecho contacto con el plano material, y en consecuencia, a
menudo son atraídas a las sesiones donde el médium y los asistentes están en un
plano bajo. Se disfrazan de “espíritus” de amigos de los visitantes, y otros,
asegurando con frecuencia ser algún personaje conocido y famoso; hacen las
jugarretas vistas con tanta frecuencia en las sesiones, disfrutan
particularmente con tales cosas y con “diabluras” si se las permiten. Ellas no
se ligan con gente de los planos superiores, ya esté encarnada o desencarnada.
Estas almas del
plano inferior permanecen sólo poco tiempo en estado desencarnado, y son
fuertemente atraídas por la vida material, cuya consecuencia es que se llenan
de un gran deseo de reencarnar, y generalmente
sólo pasan poco tiempo entre dos encarnaciones. Por supuesto, cuando renacen,
son atraídas hacia y por, padres de las mismas tendencias, de manera que el
entorno en su nueva vida terrenal va a corresponder muy estrechamente al de la
antigua. Estas almas inmaduras y no desarrolladas, así como las de las razas
salvajes, no progresan sino muy lentamente, haciendo apenas un avance insignificante
en cada vida y teniendo que sufrir repetidas y frecuentes encarnaciones a fin
de lograr algún pequeño progreso. Sus deseos por lo material son fuertes y son
atraídas hacia y por ello, la influencia del Espíritu apenas ejerce una
influencia comparativamente ligera sobre ellas. Pero, aun éstas hacen algún
progreso, todas se mueven hacia adelante aunque sea poco.
Por supuesto,
las almas en cada uno de los sucesivos planos más elevados, hacen un progreso
más rápido en cada una de sus vidas terrestres, tienen menos encarnaciones y un
período mucho más largo entre ellas. Sus inclinaciones y gustos son de un orden
superior, prefieren habitar en los lugares más altos de la vida desencarnada,
pensando en y contemplando las enseñanzas más elevadas, ayudados como están por
la ausencia de cosas materiales y animados por los rayos de la mente espiritual
proyectados sobre ellos para ayudar a su
desarrollo. De esta manera pueden prepararse para un gran progreso y con
frecuencia pasan siglos en los planos más elevados antes de reencarnar. En
algunos casos, cuando han avanzado demasiado para su especie, pasan miles de
años en los planos superiores, esperando hasta que la especie crezca lo
suficiente para hacer atractivo su renacimiento, y mientras tanto encuentran
mucho trabajo útil que hacer por las almas menos desarrolladas.
Pero, tarde o
temprano, las almas sienten el deseo de adquirir nuevas experiencias, y mostrar
a la Tierra algunos de los avances que han logrado desde su “muerte” y, por
esas razones, y por la atracción de deseos que han estado rondando por allí, no
vividos o probados o, posiblemente influenciadas por alguna alma querida de un
plano inferior, están listas para encarnar y desean encarnar al mismo tiempo
para estar con ella (lo cual también es un deseo) las almas caen en la
corriente que arrastra hacia el renacimiento, la selección de los padres
apropiados, circunstancias ventajosas, entorno y, como consecuencia vuelven a
entrar gradualmente en un letargo y así, llegado el momento, “mueren” para el
plano en el que han estado existiendo y “nacen” a una nueva vida física en un
cuerpo. El alma no despierta completamente de su sueño inmediatamente al nacer,
sino que permanece en un estado como de letargo durante los días de la
infancia, evidenciándose su gradual despertar por la creciente inteligencia del
bebé, creciendo el cerebro del niño al ritmo de las demandas que se le hacen.
En algunos casos el despertar es prematuro y vemos casos de prodigios,
niños-genios, etc., pero tales casos son más o menos anormales e insanos.
Ocasionalmente el alma dormida del niño despierta parcialmente y nos inquieta
con alguna reflexión profunda, o conducta u observación madura.
Mucho de este
proceso de preparación para la reencarnación es cumplido inconscientemente por
el alma, obedeciendo a sus inspiraciones y deseos, pues realmente no ha crecido
como para comprender todo lo que ello significa, todo lo que hay por delante, y
es arrastrada casi inconscientemente por
la Ley de Atracción. Pero, después de que las almas alcanzan un cierto grado de
desarrollo, toman conciencia del proceso de reencarnación y en esa forma están
conscientes de las vidas pasadas y, previo al renacimiento, pueden tomar parte
consciente en la selección de entornos y ambientes. Cuanto más alto ascienden
en la escala, mayor es su poder de conciencia y de elección.
Fácilmente se
verá que hay planos sobre planos de existencia desencarnada; la filosofía yogi
enseña que hay siete grandes planos (denominados algunas veces los “siete
cielos” por los hindúes iletrados) pero, cada gran plano tiene siete
sub-divisiones, cada sub-división tiene siete divisiones menores y así
sucesivamente.
Es imposible
para nosotros comenzar a describir la naturaleza de la vida astral más elevada.
No tenemos palabras para describirla, ni mentes para comprenderla. La vida en
los planos inferiores es muy similar a la vida en la Tierra, muchos de los
habitantes parecen creer que es parte de ella y, al no darse cuenta de que
están liberados de las limitaciones terrestres, se imaginan que el fuego les
puede quemar, que el agua les puede ahogar, etc.
Prácticamente
viven en la Tierra entre sus escenarios. Lo que hay por encima de estos planos
cuyos habitantes tienen ideas y vidas más elevadas, y así sucesivamente, hasta la bienaventuranza
de los planos más altos, no puede ser comprendido por el hombre de hoy. En
algunos de los planos intermedios, aquellos que son aficionados a la música
disfrutan al máximo su amor por ella, los artistas su amor por su arte, los
trabajadores intelectuales prosiguen sus estudios, y así sucesivamente en esas
direcciones. Por encima de ellos están los que han despertado espiritualmente y
tienen oportunidades para desarrollarse y ganar conocimiento. Sobre éstos hay
estados que no podemos ni soñar. Y, recuerden esto, hasta aquellos planos más
elevados no son sino partes del alto plano astral, el cual no es sino uno de
los más bajos del Universo, y por encima de éste hay plano sobre plano de
existencia. Pero, por qué hablar de esto, amigos, no podemos comprometernos a
enfrentar un problema de altas matemáticas, cuando escasamente podemos sumar
dos números. Pero todo esto es para nosotros, todo para nosotros, y no podemos
ser despojados de nuestro legado.
(14 Lecciones
Filosofía Yogui)