La matrix es como un espejo, ella refleja nuestras actitudes internas al exterior. Si por ejemplo no nos gusta algo de otra persona, quizás podamos encontrarlo en nosotros mismos. Eso es el reflejo de la matrix. Al despreciar algo puede ocurrir que nos convirtamos en lo mismo que desapreciamos.
Además, la matrix refleja nuestros deseos, nos enseña lo que queremos pero no tenemos, y nos muestra que no lo vamos a conseguir y nos proporciona justo este tipo de experiencias.
Si queremos algo, se lo decimos inconscientemente a la matrix y lo que no tenemos es exactamente lo que se refleja. Por esta razón es importante dejar de lado los deseos. Si dejamos de lado el deseo de algo, pasamos a la etapa de transformar el deseo en una intención y es ahora que podemos decidir sobre ese algo, podemos elegir sin la sensación de falta o del deseo.
La matrix como en un gran espejo, a un lado se encuentra el gran campo morfognético con la información y al otro lado la realidad que percibimos. O lo que percibimos como real es la manifestación de la realidad metafísica o cuántica que es la que sustenta todo lo que nuestros sentidos captan y decodifican.