Desde los tiempos de Isaac Newton las analogías mecánicas han sido de gran utilidad para explicar el comportamiento del mundo físico. El pensador newtoniano contemplaba el universo como un gran mecanismo ordenado, divino pero predecible, de donde se deducía que el ser humano, a imagen y semejanza de su Creador, estaría constituido de manera similar.
De tal manera que durante la era newtoniana la anatomía humana se interpretaba como una complicada maquinaria biológica. El punto de vista mecanicista se hallaba tan arraigado que para los pensadores de la época todo el universo venía a ser como un gran mecanismo de relojería. Poco ha cambiado, siguiendo la evolución del pensamiento científico a lo largo del tiempo, la perspectiva de la medicina en cuanto al funcionamiento interno del ser humano; para los médicos de hoy el cuerpo humano sigue siendo una maquinaria complicada. La única diferencia es que ahora tienen técnicas más avanzadas, para estudiar esa relojería biológica al nivel molecular.
Aunque parta de una filosofía diferente, la farmacotera-pia no deja de ser también newtoniana por cuanto considera el cuerpo como un biomecanismo complejo. En vez de usar el bisturí del cirujano, en este caso el médico recurre al producto farmacéutico a modo de flecha mágica disparada hacia el tejido sobre el que juzga necesario actuar; mediante distintas fórmulas vigoriza determinadas células o destruye las que no están funcionando correctamente según los criterios de la necesidad médica. Los progresos de la biología molecular hoy permiten apuntar con gran precisión esos dardos mágicos, y se espera crear otros fármacos aún más eficaces y de menor toxicidad general para el organismo. Aunque ambos planteamientos, el farmacológico y el quirúrgico, hayan aportado adelantos significativos en cuanto al diagnóstico y al tratamiento de las dolencias humanas, ambos son deudores del modelo newtoniano del cuerpo humano como una complicada relojería de órganos físicos, intercambios químicos, enzimas y receptores de membranas.