En el cerebro, el hipotálamo se encarga de sintetizar las proteínas, adecuándolas a las distintas
funciones orgánicas.
Estas proteínas especializadas o neuropéptidos, son liberadas en el torrente sanguínea cada vez que un estado emocional se dispara.
Cada estado emocional produce una especie diferente de neuropéptidos.
Estos viajan rápidamente por el torrente sanguíneo hasta encontrarse con las células que tienen los receptores adecuados para ellos.
Nuestras células tienen disponibilidad de receptores en función de los neuropéptidos que son creados por las emociones que sentimos a diario.
Si nuestras células son bombardeadas a diario por los sentimientos generados por los pensamientos y creencias que producen contracciones, habrá cada vez menor cantidad de
receptores disponibles para las funciones de bienestar como son la asimilación, nutrición, limpieza y sanación.