El primer estadio de percepción, correspondería a la fase inicial embrionaria, en la que el embrión se encuentra en un estado especial de ensoñación que le mantiene en sintonía total con la madre.
Corresponde a un estadio altamente onírico en el que el embrión estaría totalmente abierto a los impulsos de la madre. Y esto sin defensas. O sea, que cuanto goza o sufre la madre lo goza o sufre el embrión y lo goza o sufre sin poderlo evitar y como si fuera algo suyo.
Algo que le llega de sí mismo. Si bien lo goza o sufre a un nivel sensorial, ya que aún antes de que se forme el sistema nervioso hay ya comunicación intercelular.
Así, las células del embrión secretan reguladores paracrinos que facilitan información e instrucciones a las células vecinas. Existe ya una especie de memoria celular.
Además, es ya dentro del primer mes de gestación cuando empieza a formarse el sistema nervioso y los nervios periféricos.
En este primer estadio de percepción, que se extiende sólo unas pocas semanas a partir de la concepción, es cuando el embrión se encuentra con el primer gran daño o la primera gran gratificación, y eso va a marcar a fuego al futuro bebé.
Y ese daño o gratificación es la carga emotiva que lanza la madre al saberse embarazada.
Si recibe la noticia como algo no deseado y mantiene esa actitud durante un tiempo, ese rechazo llega al embrión como un impulso de muerte, como algo que se opone a su proceso de crecimiento, como una amenaza.
Es el primer sufrimiento de una vida que quiere nacer.
Si bien no se debe dramatizar porque esto es perfectamente superable.