Cuando entramos en estructuras mentales nocivas, o nos ponemos temáticos sobre un aspecto negativo, genera en nosotros un estado vibratorio determinado por esos pensamientos.
Nuestra vibración resonara con más energía de igual frecuencia, logrando reforzar aún más dicho estado. Y es por eso que nos cuesta salir por nosotros mismos. Además, lo sentimos en el cuerpo y nos damos cuenta de ello a través de los procesos químicos correspondientes.
Para cambiar un estado mental, necesitamos elevar nuestra vibración, usando como primera instancia, nuestra voluntad.
Luego, hacer consciente el estado emocional en el que nos encontramos y por último aceptar que existe.
Ahora nos resulta más sencillo llevar nuestra atención hacia el polo opuesto de la situación que estamos experimentando, logramos elevar nuestra vibración y empezamos a atraer otro tipo de energía, que nos ayuda a balancear el estado del cual queremos salir. El cuerpo también es testigo de este proceso.